El consumismo en adolescentes es algo difícil de controlar. Black Friday, Cyber Monday, Navidades, rebajas … son, para la inmensa mayoría de jóvenes, y por qué no decirlo, para algunos adultos, momentos marcados  por el consumismo excesivo y desenfrenado.

A menudo, la presión social, los anuncios publicitarios, las redes sociales y la búsqueda de aceptación por parte de sus amigos, pueden llevarles a tener un comportamiento excesivamente consumista que preocupa a los padres.

Afrontar esto, entendiéndoles, pero poniendo límites y ayudándoles a ver otras opciones, puede llegar a ser un verdadero desafío.

Hoy, me gustaría hablar del tema del consumismo entre los jóvenes y cómo pueden los padres gestionar esta situación para que no se les vaya de las manos. Si te preocupa este asunto, te animo a seguir leyendo para conocer más sobre qué estrategias seguir.

El consumismo en adolescentes. Qué puede haber detrás de él

Igual que en el caso de los adultos, el consumismo excesivo puede ser una manifestación de distintas necesidades emocionales que no están siendo cubiertas.

Algunos de los factores que pueden influir en este comportamiento son:

Búsqueda de identidad

Durante la adolescencia, los jóvenes están en un período de descubrimiento personal. Están explorando quiénes son, qué les gusta y qué es lo que les hace únicos. A menudo, en este proceso recurren a la adquisición de bienes materiales como una forma de expresar su identidad. Por ejemplo, un adolescente podría sentir que la ropa de una marca específica refleja su estilo personal y le ayuda a definirse ante sus amigos. A través de la ropa, la música o los complementos con los que se sientan identificados. En resumen, buscan reafirmarse y encontrar su lugar.

Sentido de Pertenencia

Este punto está muy ligado al anterior. Como he comentado en diferentes ocasiones, los adolescentes anhelan pertenecer a un grupo o comunidad. La presión por cumplir con ciertos estándares o modas dentro de su grupo de amigos, o entorno social, puede llevarlos a consumir productos específicos para sentirse aceptados. Por ejemplo, si su entorno está obsesionado con un determinado juego, serie o marca, el adolescente puede sentir la necesidad de adquirir esos productos relacionados para encajar y ser aceptado por sus compañeros.

Necesidad de obtener reconocimiento y aceptación social

Los adolescentes pueden sentir que, al exhibir ciertos productos o marcas en sus perfiles en redes sociales, obtendrán la aprobación y el reconocimiento de sus amigos o seguidores.

Compensación Emocional

El consumo excesivo también puede servir como una forma de tapar o mitigar emociones negativas como el estrés, la ansiedad, la soledad o la tristeza. Algunos adolescentes recurren a las compras como una estrategia de afrontamiento temporal para sentirse mejor consigo mismo. O, para escapar de problemas emocionales subyacentes. Puede ser el caso de adolescentes que tengan problemas familiares o en el colegio o instituto. Y que pueden buscar consuelo en el simple acto de salir de compras.

Esta actividad puede generar una sensación momentánea de alivio o felicidad, ofreciéndoles una distracción temporal ante las dificultades a las que tiene que enfrentarse en su vida cotidiana.

Además, esta forma de afrontamiento de las emociones negativas suele ser temporal. Y, al no abordar las causas reales del malestar, podrían generar un ciclo de dependencia e insatisfacción crónica que les impidan desarrollar otras estrategias más saludables.

¿Cuál es el rol de los padres ante el consumismo de los jóvenes?

Los padres, tenemos un papel crucial ante el problema del consumismo en los jóvenes ya que nuestra labor es fomentar una mentalidad saludable en nuestros hijos adolescentes. Por ejemplo, al ofrecer apoyo emocional y orientación para ayudarles a entender qué hay detrás de esa necesidad imperiosa de consumir.

Para ello, la comunicación será nuestra principal herramienta.

Una comunicación abierta y empática. A través de la que podamos ofrecer al adolescente un espacio en el que se sienta cómodo. Y pueda expresar sus deseos y preocupaciones sin temor a ser juzgados.

A través de la comunicación, el adolescente puede expresar lo que realmente siente. Y nosotros, le orientaremos para que lo pueda aprender a manejar y afrontar de la manera más saludable y funcional posible.

En este punto es importante saber que la comunicación con el adolescente no siempre es fácil, pero se puede practicar y, por supuesto, mejorar.

Otro aspecto importante para ayudar a nuestros hijos a no caer en el consumismo excesivo recae en la educación.

Darles una buena educación financiera enseñándoles a realizar una buena gestión del dinero aún siendo jóvenes. Para que entiendan y aprecien el valor que tiene. Y se responsabilicen de él y de las consecuencias de gastarlo, o no, de la manera adecuada.

Una buena estrategia podría ser establecer un límite claro en cuanto al presupuesto del que se dispondrá para los regalos navideños o de cumpleaños, por ejemplo. De manera que los adolescentes sepan de cuánto disponen y qué decisiones tienen que tomar para realizar una compra responsable.

En este sentido sí que quiero dejar claro que este aprendizaje será algo gradual. No podemos pretender que, de la noche a la mañana, nuestros hijos se conviertan en auténticos contables profesionales. Sin duda, es necesario dejarles tiempo para aprender, para fallar y para experimentar las consecuencias de sus decisiones. Y, mientras tanto, seamos ejemplo para ellos en este ámbito.

Porque, como supondrás, será difícil que nos escuchen si nos ven gastando a diestro y siniestro, y sin sentido, cada vez que pasamos por un bache emocional. O cuando los medios nos recuerdan que estamos en días de Rebajas, de BlackFriday o cualquier otro momento señalado para las compras.

Como norma, las emociones se gestionan regulándolas y buscando el motivo que nos ha hecho sentirnos mal. Las compras, el consumismo, la comida o la bebida, no son reguladores emocionales. Y, por eso, debemos separar estas actividades de nuestros estados emocionales.

Si cada vez que nos sentimos tristes o enfadados decimos “estoy triste, me voy de compras”, estaremos tapando eso que sentimos. Posiblemente, sí que consigamos sentirnos mejor en el momento. Pero, a la larga, al llegar a casa después de habernos gastado, posiblemente mas de lo previsto, la realidad volverá a abrirse camino. Y, lo que es peor, a la tristeza se le puede unir también la culpa.

Por ese motivo, adultos y adolescentes, debemos aprender a separar y a dejar de compensar nuestros estados emocionales con las compras o el consumismo.

Por último, creo que es muy importante educar en valores a los hijos. Entre otros valores están la gratitud, la generosidad, la empatía y la escucha activa. De esta forma, les estamos ayudando a apreciar y entender que, más allá de lo que cuesten las cosas o la cantidad de regalos que podamos hacer o adquirir para nosotros mismos, existen otras maneras de sentirse bien con ellos mismos: conectar con los demás y sentirse parte de una comunidad.

En definitiva, nosotros, los padres, debemos estar atentos a los comportamientos de nuestros hijos. Para, así, poder ofrecerles espacios en los que abordar sus emociones y sus preocupaciones de manera saludable. Fomentando alternativas para lidiar con su estrés o con las dificultades que estén atravesando en cada momento de su vida.

El deporte, el arte, la meditación, el baile, el voluntariado… son actividades que promueven una mayor satisfacción emocional sin depender del consumismo como solución a los problemas. Anímales a incorporarlos a su vida.

Y, si crees que necesitas ayuda para gestionar este o cualquier otro problema de tu hijo adolescente, no dudes en contactar conmigo. Como psicóloga y coach, llevo años trabajando con jóvenes y con sus padres y sé que podrá ayudaros en esa difícil etapa que es la adolescencia.

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