Para muchas personas el término hambre emocional se ha convertido en una agotadora lucha diaria. A lo largo de los años, mi relación con la comida ha pasado etapas diferentes. Como con cualquier relación, he tenido momentos en los que era bastante sana. Mientras que, en otros, una de las dos podía con la otra. Y, para mi disgusto, normalmente era ella quien ganaba la batalla.

El tema de la alimentación y cómo nos relacionamos con lo que comemos siempre ha sido un hándicap para mí. Y, quizás por eso, he tardado tanto en escribir sobre este tema.

En ese tiempo, como mujer y como psicóloga, me he hecho dos preguntas acerca de este asunto. ¿Cómo nos relacionamos socialmente con la comida? ¿Somos de verdad libres a la hora de decidir lo que comemos (o dejamos de comer) o la influencia de las redes sociales, la imagen que queremos proyectar o nuestras propias emociones, deciden por nosotros?

En mi caso, tengo que reconocer que no siempre la respuesta ha sido la que me hubiese gustado. Y es ahora cuando, desde una edad mucho mas madura, puedo decir que nuestra relación se está tornando más sana.

¿Qué ha pasado para que esto haya cambiado?

Lo mas importante es que he empezado a ser consciente de lo que como. He comenzado a decidir y a llamar a las cosas por su nombre.

Atiendo a diario a mujeres y hombres que no se gustan. Que quieren proyectar otra imagen de si mism@s y que me piden que les ayude a cambiar su relación con la comida.

Reconocen que la usan como instrumento para saciar insatisfacciones profundas que no se atreven a verbalizar. O para calmar momentos de estrés, conseguir proyectar una imagen de perfección o, simplemente, por aburrimiento.

Y de esto va precisamente esta publicación. De cómo podemos empezar a ser conscientes de nuestra alimentación y cambiar nuestra relación con la comida.

En este articulo no voy a entrar en los llamados TCAs o Trastornos de la conducta alimenticia. Me voy a centrar en algo más de nuestro día a día. Posiblemente, algo que todos lo hayamos experimentado, sin necesidad de padecer un trastorno de este tipo.

Me refiero al hambre emocional.

Qué es el hambre emocional y qué lo diferencia del hambre físico

El hambre emocional es un tipo de hambre que no está basado en la necesidad fisiológica de alimentos, sino en una respuesta emocional.

Es decir, consumimos alimentos como forma de lidiar con sentimientos negativos, como el estrés, la tristeza, la ansiedad o el aburrimiento. ¿Quién no ha visto alguna escena de alguna película en la que la protagonista se come un bote de helado de chocolate, a altas horas de la madrugada porque se siente sola, triste o estresada?

Y es que, una de las principales características de este tipo de hambre es que surge de manera repentina. Y se asocia con antojos específicos de alimentos que, generalmente, son ricos en azúcar, grasas o carbohidratos. Porque, para qué negarlo: pocas personas calman su tristeza comiendo manzanas (al menos yo, no conozco a ninguna).

Por su parte, el hambre física es una señal biológica que indica la necesidad de reponer energía y nutrientes. Y se satisface comiendo una cantidad adecuada de alimentos nutritivos. Aquí, si que aparecen las frutas, las verduras y las proteínas. Se come de manera lenta. Y, una vez terminada la comida, la persona se siente bien, ha disfrutado y está satisfecha.

Es decir, mientras que el hambre física responde a una necesidad real, la emocional responde a una necesidad de naturaleza emocional. Por lo que comer en respuesta a esa necesidad no resuelve el problema.

Señales para detectar el hambre emocional

1 – Aparece de repente

Mientras que el hambre física se desarrolla de manera gradual, el hambre emocional puede aparecer de forma repentina y urgente.

2 – Ansía alimentos específicos

Suele haber un deseo concreto por ciertos tipos de alimentos. Generalmente por esos que son considerados «comida basura». O también, por los reconfortantes, entre los que se incluyen dulces, snacks salados y helados, entre otros.

3 – No se satisface con comer

A pesar de comer, el hambre emocional no suele llevar a una sensación de saciedad física ni a un disfrute de dichos alimentos.  De hecho, lo habitual s que lleve a comer en exceso.

4 – Está ligada a emociones

Suele estar desencadenada por emociones negativas o incluso positivas, utilizándose la comida como una forma de afrontamiento emocional.

5 – Causa culpa o vergüenza

La realidad es que, después de comer en respuesta a emociones, las personas suelen sentirse culpables o avergonzadas.

Estrategias para manejar y controlar el hambre emocional

Para tener bajo control el hambre emocional, el punto de partida, y más importante, es que identifiques los desencadenantes emocionales de tu hambre. Me refiero a qué emociones o qué situaciones están provocando tu deseo de comer.

Puedes hacer un registro de los momentos de hambre emocional. Por supuesto, incluyendo qué estaba pasando, cómo te sentiste y qué te comiste, para identificar patrones y desencadenantes.

Y, una vez que los tengas, buscar otras maneras alternativas y saludables de manejar esas emociones. Como el ejercicio, la meditación, hablar con un amigo o dedicarse a una actividad creativa.

La atención plena te ayudará también a ser más consciente de los patrones de hambre emocional y aprender a diferenciarlos del hambre física. Para ello puedes hacerte preguntas como: ¿qué estoy comiendo? ¿Cómo lo he cocinado? ¿Dónde lo he comprado? ¿Dónde está fabricado?

Cuanta más conciencia tengas sobre lo que comes, cuándo lo comes y cómo lo estás comiendo, más información tendrás para saber si tu hambre es física o emocional.

Sin duda, estas estrategias te pueden ayudar a desarrollar una relación mas saludable con la comida. Y a manejar tus emociones de manera mas efectiva.

Pero, en los casos en los que el hambre emocional es severo o persistente, es conveniente acudir a un profesional que te ayude a abordar esos problemas emocionales que subyacen. Así que, si crees que me necesitas para establecer una relación sana con la comida, no dudes en contactar conmigo. Como siempre, me alegrará aportar mi conocimiento y experiencia como psicóloga y coach para mejorar tu vida.

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