Cuando se pregunta a los padres cual el la mayor dificultad que encuentran en la relación con sus hijos, la mayoría suelen responder: la comunicación. Sin duda, comunicarse con un adolescente no es tarea fácil. Y aprender a gestionarla, tampoco. Siempre que optimizamos la comunicación con nuestro hijo adolescente, estamos mejorando nuestra relación con él. Ya que se favorece la creación de un espacio seguro al que los jóvenes pueden acudir en caso de necesitarlo.
Preguntar y escuchar son dos elementos clave. Además de un signo de respeto hacia las opiniones y los sentimientos del otro. Sin embargo, cuando se trata de nuestros hijos, no siempre lo tenemos presente.
A través del lenguaje estamos expresando nuestro mapa mental. Es decir, interpretamos al otro y el mensaje que nos está enviando. En base a nuestras creencias, nuestras emociones y nuestras experiencias. Por tanto, no es difícil pensar que, si el que habla es nuestro hijo, nuestras emociones y sentimientos hacia él pueden interferir en una buena comunicación.
Muchos padres llegan a la consulta solicitando respuestas concretas que les ayuden a comunicarse con sus hijos adolescentes. Por supuesto, yo siempre insisto en que la comunicación no es una ciencia exacta. Y, por eso, lo que vale para unos no vale para otros. De todos modos, sí que existen pequeños trucos que os pueden ayudar a mejorar la comunicación con los más jóvenes.
5 Claves para comunicarse con un adolescente
1.- Negociar y acordar
Un punto importante dentro de esta etapa es la negociación de las pautas dentro de la familia. La negociación abre las vías de la comunicación. Porque les da un papel de adulto dentro del núcleo familiar y un estatus que ellos anhelan. Además, como padres, negociar y escuchar otros puntos de vista, nos hace aceptar nuestra propia madurez. A la vez que nos ayudará a recuperar nuestras propias vivencias juvenilez. Y, tal vez, nos de la respuesta a muchos interrogantes.
2.- Utiliza mensajes «YO»
Un «mensaje yo» es un mensaje que expresa opinión, sin juzgar al otro. Son la puerta de entrada para otros mensajes, declaración de deseos, opiniones y sentimientos de los que el emisor se hace responsable. No evalúan negativamente a la otra persona, favorecen y consolidan los vínculos familiares. ¿Un ejemplo?…”me siento disgustada con tu comportamiento”.
Frente a estos, los «mensajes tú» expresan una crítica, y un juicio de valor, de forma que su emisor proyecta en el interlocutor toda la responsabilidad, eludiendo la propia. Es decir, van al otro. Por ejemplo “estás equivocado”, “no sabes comportarte”, “nunca colaboras en nada”.
3.- Cuida tu mensaje, el tono y la actitud con la que lo dices
En ocasiones, los padres tendemos a ofrecer una visión demasiado realista y hacemos mucho hincapié en los peligros y puntos negativos de la situación. Esta actitud no ayuda en la relación y comunicación. ¡Todo lo contrario! Intenta ponerte en el lugar del adolescente. Y pensar en lo deprimente que puede ser llegar emocionadísimo, con un plan genial para el fin de semana… y que tu interlocutor, comparta sólo sus miedos y temores sobre cómo pueden acontecer las cosas. Piénsalo. ¿Cómo te sentirías?
Se puede decir lo mismo con un mensaje positivo, compartiendo su entusiasmo y con una actitud de entendimiento y apoyo.
4.- Fuera suposiciones y lecturas de mente
Con frecuencia, los padres sacamos nuestras propias conclusiones y luego reaccionamos en base a ellas. Hacemos suposiciones de cómo actuarán y reaccionarán nuestros hijos. Y, así, olvidamos que están cambiando y creando su nueva identidad. Con un nuevo “yo”. Por lo que sus comportamientos nos pueden sorprender.
Por eso, aunque a cualquier edad es necesario no presuponer y preguntar, en la adolescencia, se hace más necesario que nunca.
No es fácil abandonar ese «rol de padre que conoce perfectamente a su niño» porque son muchos los años que llevamos ejerciéndolo. Aunque, inevitablemente, hay que dejar paso al chico que crece y que nos va a sorprender con cada una de sus actuaciones.
¿Mi consejo? Limítate solo a escuchar lo que te dice sin sacar conclusiones.
5.- Aprender a gestionar las críticas
Cuando alguien te critique, haz preguntas para comprender lo que te quiere transmitir la otra persona. Y, luego, reflexiona y pregúntate si hay algo en ti que puedes mejorar. Por ejemplo: “mama, es que tú nunca escuchas”. En este caso, en vez de debatir, detente un momento y piensa… ¿y si tuviera razón? Es posible que no le escuches, porque no sabes qué decirle. O, porque no sabes cómo gestionar lo que te está diciendo. O, incluso, porque estás tan cansada que no tienes ganas de escuchar. Los motivos pueden ser infinitos. Lo importante, en este caso, será reflexionar y plantearte qué parte hay de verdad en la otra persona.
En resumen, si deseas aprender a comunicarse con un adolescente, no olvides:
- Haz preguntas para conocer las necesidades de tu hijo. Preguntas como… «¿entonces, para ti que necesitarías para sentirte escuchado?».
- Plantéate, de forma honesta y objetiva, que cosas puedes mejorar en ti.
Y, para terminar te dejo una frase a modo de reflexión … “Lo que no se comunica no existe”.
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