La idea de controlar a los hijos es algo que genera, simultáneamente, tantos defensores como detractores.

«Es por tu bien«. ¿Cuántas veces hemos escuchado o, incluso, dicho esta frase?

Ser padres es una labor compleja. Y, si me lo permitís, me atrevería a decir que cada vez lo es más. Los padres, competimos con un montón de agentes externos, variables que se escapan de nuestro control. También con amenazas con las que tenemos que aprender a convivir.

Nuestros hijos adolescentes tienen a su disposición un amplio abanico de posibilidades y opciones. Y, aunque nos cueste, nosotros, los padres, no podemos (ni debemos) correr a sacarlos de todas las situaciones potencialmente peligrosas a las que se enfrentan.

Sin embargo, esta idea resulta tentadora, ¿verdad?

Incluso, yo he comentado en broma alguna vez que «no dejaré que mi hija salga hasta que cumpla los 30».  Al fin y al cabo, sería por su bien. ¿O no?

La respuesta, como te estás imaginando es: NO. Además, un «no» rotundo.

El peligro de controlar a los hijos de forma equivocada

Controlar a los hijos hace que se conviertan en personas inseguras, ansiosas, emocionalmente dependientes y, en muchas ocasiones, mucho más rebeldes de lo que cabria esperar para su edad.

Y…¡ojo! No estoy diciendo que no podamos o debamos preocuparnos por ellos. ¡En absoluto!

El control no tiene nada que ver con la preocupación y las consecuencias derivadas de ello, tampoco.

Nuestra labor como padres es acompañar a nuestros hijos en su desarrollo. Ayudarles a entender el mundo en el que viven y a comprender su propio mundo interior. Sin embargo, evitarles sufrir, sentir, ver la realidad en la que les ha tocado vivir no es una buena solución. Porque, ninguna estrategia pasiva de evitación garantiza el éxito.

El control nunca, y digo bien, nunca es una buena estrategia. No funciona con nosotros mismos y mucho menos con nuestros seres queridos.

Cuando un padre afirma que controla a su hijo porque, de no hacerlo, éste se metería en muchos problemas. Porque no sabe elegir los amigos que tiene, ni los sitios a los que va o la carrera que va a estudiar… Cuando eso ocurre, en realidad, no lo hace por ayudarle. Lo hace porque desconfía de su hijo. No cree en él. Y, muchas veces, aunque no quiero generalizar, oculta detrás un fuerte sentimiento de posesión y una concepción errónea de lo que es el amor.

Cómo reaccionan los hijos ante padres controladores

¿Recuerdas la película “Enredados”? Sí, esa de Disney en la que la “madre” de Rapunzel la mantiene encerrada en una torre. Porque ella sabia mucho más que Rapunzel sobre los peligros que había fuera, sobre lo que era lo mejor para ella y, sobre todo, porque nadie la iba a querer, cuidar y proteger como lo hace una madre.

¿Y qué pasaba?

Pues, que Rapunzel ideaba constantemente, día tras día, cómo escapar de esa prisión.

Porque eso es lo que sienten los chicos con padres controladores. Sienten que están en una jaula, una especie de cárcel de la que no pueden salir. Y que les va ahogando poco a poco.

Salir de esa jaula será su único objetivo. Y lo más seguro es que ponga todas sus fuerzas en conseguirlo aunque sea de una manera poco acertada.

El problema es que no solo se rebelarán contra sus padres. Eso es, en cualquier caso, lo normal que se espera de un adolescente. Se rebelarán contra el mundo, contra las normas sociales y contra cualquier figura de autoridad. Porque han aprendido que las normas les quitan libertad, les anulan y no les permiten expresarse. Y tarde o temprano, huirán.

Como decía antes, ser padres es una labor compleja que tiene muchas obligaciones y responsabilidades. Y, entre ellas, está el enseñar a nuestros hijos a volar. Pero no solo eso. Debemos ayudarles a que, cuando lo hagan, tengan a su disposición un amplio abanico de recursos que les ayuden a interactuar en su mundo.

Por eso, si realmente te preocupa los amigos con los que va tu hijo, lo que estudiará o por donde se moverá… Entonces, invierte tiempo en los aspectos que te voy a indicar a continuación.

6 Formas de ayudar a los hijos adolescentes

-> Reforzar su autoestima. Ayúdale a que se quiera por quién es y no por lo que hace o porque lo que hace lo hace perfecto o es el mejor.

-> Fomenta su autonomía e independencia. Déjale que vaya tomando decisiones en base a su edad. Que asuma responsabilidades y experimente las consecuencias de sus actos y decisiones.

-> Desarrolla su creatividad. La creatividad es una de las habilidades mas demandadas en el plano profesional. Y, a nivel personal, una de las que más le ayudará, a encontrar las mejores soluciones a los problemas y situaciones que la vida le plantee.

-> Refuerza su pensamiento crítico. Ayúdale a aprender a pensar, a salirse de lo establecido y a dudar de las cosas que se dan por hecho. Solo así podrá decidir si aquello que le proponen es lo mejor para él y será capaz de extraer sus propias conclusiones.

-> Enséñale a ser emocionalmente fuerte e independiente. Gestionar las emociones es la clave el éxito. Una persona emocionalmente fuerte e independiente es aquella que decide, con libertad, lo que es mejor para sí misma. Que se sobrepone a la adversidad. Sabe manejarse en situaciones, tanto positivas como negativas . Y que, a pesar de sufrir o caerse, sabe levantarse y seguir adelante.

-> Invierte tiempo en enseñarle el valor de ser proactivo. Es decir, hazle ver la importancia de ir a por aquello que quiere y hacer que las cosas pasen. Para que valore lo que es e implica luchar por sus objetivos, esforzarse para conseguirlos y motivarse para no abandonar a la primera de cambio. Porque, solo así, estará preparado para «ir a por ellos».

Y, es posible que, aún con todos estos recursos tu hijo se caiga, se equivoque, fracase o sufra. ¡Forma parte de su aprendizaje como persona!

Pero, al fin y al cabo, cuando lo haga, será a ti a la persona a la que recurrirá. Porque sabrá que, pase lo que pase, o decida lo que decida, el amor es un espacio de pertenencia en el que puede ser él mismo. Sin temor a decepcionar a nadie. Porque el amor, siempre, es libertad.

Te animo a contactar conmigo si tienes cualquier duda sobre este complejo tema tan decisivo en la educación de los hijos. Y, si te sientes una persona controladora con tus hijos y no sabes cómo canalizar la relación con ellos, no dudes en consultarme. Tengo experiencia tratando este tipo de relaciones y sé que podré ayudaros a tener un vínculo más sano, positivo y constructivo entre padres e hijos.

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