El uso de las redes sociales por los adolescentes es uno de los temas que más preocupan últimamente a los padres de estos jóvenes. En general, es un tema del que pocas cosas positivas me comentan. De hecho, la principal queja que les escucho es la cantidad de tiempo que sus hijos dedican a los teléfonos móviles, tablets, juegos interactivos y redes sociales. Les preocupa el uso que hacen de estos dispositivos y las consecuencias que pueden tener.

Nuestro mundo está dominado por las tecnologías y nuestros hijos son nativos digitales.  Esto hace que se comuniquen y establezcan relaciones con otros de una forma totalmente diferente a como lo hacíamos nosotros. Esto, en sí mismo, no tiene por qué ser ni positivo ni negativo.

Lo que convierte a Internet y las redes sociales en elementos «buenos o malos» es el uso que se hace de ellos. De ahí, la enorme importancia de enseñar a nuestros hijos a hacer un correcto uso de toda  la información que tienen a su alcance.

Pero… ¿Cómo hacer para que no queden excluidos de su mundo social y, a la vez, ejercer la función parental de control y supervisión tan necesarias en la pre y adolescencia?

Las redes sociales e Internet. La clave está en su uso

Internet es una herramienta que nos da un acceso, casi ilimitado, al mundo sin salir de casa. Por lo que, se trata de una fabulosa oportunidad de conocer lugares, culturas, costumbres y personas. Y, además, de forma fácil y accesible, nos permite adquirir conocimientos, según nuestros intereses personales.

Sin embargo, es necesario tener en cuenta que paralelo al aumento de libertad está el aumento del riesgo. Si, como padres, no se nos ocurriría dejar a nuestros hijos solos con la tarjeta de crédito en centros comerciales o lugares de ocio. ¿Por qué, no  hacemos lo mismo cuando les regalamos una tablet o un móvil a la edad de 9 o 10 años?

El adecuado uso de Internet y las redes sociales requiere una madurez personal y la conciencia de que es únicamente un elemento facilitador de información y de comunicación. Pero, en ningún caso, pasa a ser un sustituto de las relaciones personales. Ni de la búsqueda de conocimiento fuera de casa. Y aquí es dónde, precisamente, surge la preocupación. Y, con frecuencia, la impotencia, de los padres. Que se ven desbordados ante el uso de las redes sociales por los adolescentes de forma equivocada.

El acceso a la información es libre e iliminado. Y, la rapidez con la que  la consiguen, les engancha. Lo que hace que, valores como el esfuerzo y la espera, queden relegados a un segundo lugar. El adolescente se acostumbra a tenerlo todo aquí y ahora. Y espera poder extrapolar esta inmediatez al resto de áreas de su vida.

La “edad legal» para el uso de las redes sociales son 14 años. Por lo que, por debajo de esa edad, los chicos no están preparados para un uso adecuado de este instrumento. Y, en ese caso, la responsabilidad de los contenidos que cuelgan los menores de 14 años, recae en los padres.

Sin embargo, sabemos que hay pre-adolescentes, de 10 y 11 años, utilizando este medio por su cuenta. Sin estar preparados para ello. Y sin ser conscientes, en absoluto, ni del contenido que suben a las redes ni del que reciben de ellas.

Esto nos pone frente a una situación muy preocupante a nivel social. Porque, no estamos siendo capaces de proteger a los menores de los riesgos de las redes sociales. Y, como padres, no sabemos cómo hacer para evitar que nuestros  hijos usen este medio que les resulta tan atractivo.

Aspectos psicológicos de Internet y las redes sociales

El mayor enemigo para la educación es el miedo. El miedo nos hace mirar para otro lado y no querer ver lo que está pasando delante de nosotros. Como padres, estamos obligados a educar a nuestros hijos y perder el temor al uso de la tecnología. Para logralo, el mejor arma que tenemos es la información. Conocer y comprender, para educar.

De ahí que sea tan importante conocer los principales riesgos a los que se pueden enfrentar los adolescentes en el uso que hacen de las redes sociales e Internet. Porque, solo conociéndolos, podremos poner limites.

He seleccionado estos, como los más peligrosos. Debido a que son los problemas que más preocupan a los padres de adolescentes que llegan a mi consulta en busca de repuestas y soluciones:

 #1 – Acceso a información inadecuada

Contenidos e información que, con demasiada frecuencia, suele estar distorsionada, tener errores o ser perjudicial para el adolescente (violencia, pornografía, información sobre trastornos de la alimentación, información sobre suicidio).

#2- Comunicación inapropiada

Con un tipo y tono en los mensajes en los que prevalece el acoso como forma de resolución de conflictos con el otro (coacción, ciberbullying, sexting).

#3- Valores distorsionados

Se valora a la persona en función del número de seguidores que tiene en sus perfiles sociales y del tipo de vida que proyecta en ellos. ¡Aunque sea falsa o irreal! La reputación virtual, se basa en mostrar en redes una vida «inventada» creada a merced de los famosos “likes”. Lo se convierte en la obsesión de muchos jóvenes. Pese a que esos «me gusta» y esos «amigos virtuales» sean tan efímeros como irreales y tengan una casi nula presencia en su vida real. Por eso, más que nunca, se hace necesaria la ayuda de los padres para que los jóvenes vean esto, aprendan a comprender esta realidad. Para que, así, puedan crear su identidad como personas.

#4- Dependencia

La moderación en el uso de las redes sociales y las tecnologías móviles es uno de los puntos más importantes a tener en cuenta. Para el adolescente, resulta muy fácil empezar, pero muy complicado parar. Puedes comprobarlo haciendo la prueba tú mismo. Si eres aficionado a algún juego del móvil, ¿cuántas veces has dicho?…“una partida más y lo dejo”. Seguro que más de una.

#5- Mal uso

Evadirse de la realidad, aislarse del contacto real con el mundo exterior. Cualquiera de estas opciones, llevadas a un extremo, pueden dar lugar a patologías asociadas al uso equivocado de las tecnologías. Y daños en el adolescente que es imprescindible prevenir y corregir.

 

Ante estos riesgos que afectan a nuestra sociedad y a los menores, los adultos tenemos la obligación ética de reflexionar sobre estos aspectos y sobre nuestro papel en este asunto.

Porque, hay que recordar que los hijos toman como ejemplo a sus padres. Por lo que, es muy importante que exista coherencia entre nuestras palabras y nuestros hechos.

Esta ejemplaridad y coherencia es parte de la solución. No podemos pretender que los niños se acostumbren al uso de móviles en las salas de espera de los pediatras, en los restaurantes o cuando nosotros queremos tener un poco de tiempo de descanso. Y luego, esperar que no lo usen en la adolescencia como un medio de evasión y dependencia para estar tranquilos y calmados.

Finalmente, me gustaría incidir en que los padres siempre son el mejor control parental de un hijo. Si se le educa y enseña para que disfrute estas grandes herramientas que tiene a su disposición de forma sana y constructiva. Y, por supuesto, ante la más mínima sospecha de la existencia algún trastorno, animo a solicitar ayuda de un experto en adolescencia. ¡Sabemos cómo tratar cada caso! Y, por complicado que parezca a priori… siempre hay una solución para cada caso concreto.

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