Cuando hablamos de qué es la fortaleza emocional nos referimos a algo que va más allá de tener que aguantar todo lo que nos echen. O a tener que soportar sobre nuestros hombros el peso de todas las circunstancias que nos rodean.
Al contrario, la fortaleza emocional tiene que ver con el conjunto de técnicas, recursos y estrategias que tenemos y que nos permiten adaptarnos al medio. Es un mecanismo de adaptación que nos protege ante los cambios y la incertidumbre de la vida.
De forma que, cuanto mayor sea nuestra fortaleza emocional, más fácil nos resultará vencer la incertidumbre, marcarnos objetivos, ir a por ellos, y decidir nuestro camino. En definitiva, nos lleva a ser más felices y exitosos.
Porque, igual que pasa con la fortaleza física, que es un protector de la salud, la fortaleza emocional nos hace tomar mejores decisiones, adaptarnos a los cambios, ser más resilientes ante situaciones adversas. Ya que nos ayuda a enfrentarnos a nuestros miedos y emociones, a nuestros pensamientos limitantes y, en consecuencia, asentirnos mejor y ser más felices.
Entonces… ¿Se nace con fortaleza emocional o se construye a lo largo de la vida?
Aunque hay una gran parte de nuestra fortaleza emocional que viene determinada por la herencia y los aprendizajes tempranos, todos tenemos la capacidad de desarrollarla y potenciarla. Pero para hacerlo, tenemos que hacer un ejercicio consciente. Y asumir nuestra responsabilidad sobre las cosas que nos pasan.
La manera en que interpretamos los acontecimientos que vivimos es lo que realmente nos va a ayudar a afrontarlos. Y es ahí donde nuestra fortaleza entra en acción.
De ese modo, dos personas pueden pasar por una situación similar y lo que va a determinar cómo se comporten ante ella, o lo que hagan con ella, será la forma en la que la interpreten.
Cómo potenciar la fortaleza emocional
Ser emocionalmente fuertes requiere de un proceso activo. E implica trabajar nuestros pensamientos que, muchas veces, son los que más nos limitan a la hora de conseguir nuestro bienestar.
Es decir, ante cualquier problema o situación que vivamos, tenemos dos caminos posibles.
Por un lado, está la opción de escoger pensamientos derrotistas, negativos y catastróficos. Que nos harán sentir miedo, tristeza, impotencia, frustración y nos llevarán al bloqueo, a no tomar acción, a actuar por impulsos e, incluso, a tirar la toalla.
O, por el contrario, en el caso de las personas emocionalmente fuertes, podemos decidir tomar perspectiva y recordarnos que todo es pasajero. Que, posiblemente, ya hayamos pasado por situaciones parecidas en el pasado y que somos plenamente capaces de hacerles frente y resolverlas. Estos pensamientos nos harán sentirnos más confiados, seguros y optimistas. Y, en consecuencia, tomaremos decisiones más acertadas y enfocadas a encontrar la solución mejor para nosotros en ese momento.
La clave está en tomar perspectiva de la situación para poder verla de una manera constructiva. Y, desde ahí, pasar a la acción.
Pero esto, cuando estás pasando por un momento muy complicado o adverso es difícil de conseguir. Porque puede que, en esas situaciones, tomar decisiones suponga romper con todas las certezas sobre las nos hemos movido durante años.
De ahí la importancia de trabajarlo en nuestro día a día. De la misma forma que haríamos si lo que queremos es conseguir fortaleza física o nos estuviésemos preparando para una maratón.
Si estamos acostumbrados a tratarnos mal, a culparnos por las cosas que nos pasan, a ver solamente nuestros defectos o incluso a caer en la sobreexigencia y la perfección, entonces, nos será mucho más complicado que si aceptamos nuestro lado más vulnerable. Reconociéndonos como seres imperfectos y aceptando la vida como un proceso de aprendizaje, en el que el error va a estar presente.
Desde esta segunda perspectiva, estaremos reforzando nuestra fortaleza emocional. Porque dejaremos de luchar contra nosotros mismos cuando las cosas no salen como queremos.
A continuación, te propongo estos pasos concretos para ir trabajando tu inteligencia emocional día a día.
Adopta un dialogo interno positivo
Trátate con compasión y amor. No te exijas ser perfecto y no te machaques cuando cometas errores. Las personas fuertes emocionalmente son capaces de tratarse con amabilidad y respeto mientras asumen su responsabilidad e intentan enmendar sus fallos. Recuérdate a diario tus fortalezas, tus virtudes. ¡Que serán muchas!
Se humilde y reconoce el error
No tengas miedo a equivocarte y mira esa equivocación como parte de un proceso que te hará mejorar. No se trata de intentar no equivocarte, sino de tratarte con amabilidad y respeto cuando esto ocurra.
Equilibra los pensamientos negativos y los positivos
Ante una situación adversa, o incluso en las situaciones que pasamos a diario, tenemos una cierta tendencia a verlo todo de una forma muy negativa. Sin embargo, ni todo es tan malo ni todo es tan bueno. Tenemos que practicar. Y, aunque todo nos parezca malo, o nos fijemos en todos los detalles desastrosos, intenta activar conscientemente algún pensamiento positivo que te sirva de contrapeso.
No ignores el mensaje de las emociones
Cuando se produce lo que llamamos “secuestro emocional” y las emociones parece que nos inundan, no pensamos con claridad y la razón salta por la ventana. En este caso, hay que prestar atención a eso que estamos sintiendo, para aliviar esa intensidad. Para, después, cuando estemos calmados, buscar la parte lógica y racional. De hecho, la clave de la fortaleza emocional está en detectar las emociones y gestionarlas de la mejor manera posible.
Aprende a vivir en la incertidumbre y el descontrol
¡No hay otra opción! Hay que aceptar que hay cosas que no podemos cambiar ni controlar. Cuando aceptas eso, aunque asumas la responsabilidad de tus acciones, no te culpas por muchas de las cosas que pasan. Solo pones en marcha los recursos psicológicos que realmente te son eficaces.
Toma decisiones
Cuando seamos capaces de mirar de frente la situación en la que estamos, con perspectiva y reconociendo lo que estamos sintiendo, podremos tomar las mejores decisiones para nosotros. No enfrentar una situación no quiere decir que se vaya a arreglar. ¡Todo lo contrario!
Antes de despedirme, recuerda que ser emocionalmente fuerte no garantiza el no tener emociones negativas. Sin embargo, sí que nos ayuda a afrontarlas desde la calma. Y si quieres hacerme alguna consulta o deseas comentarme algún detalle concreto, solo tienes que contactar conmigo. Como siempre, me encantará ayudarte.
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