Aguantar un trabajo que no nos gusta y en el que no nos sentimos cómodos es algo realmente duro para quien vive esta situación. Y, aunque pudiese parecer una exageración el título de este artículo, se trata de la realidad que sufren muchas personas cada día.

El estrés, la sobrecarga, un mal clima laboral, falta de liderazgo… Todos ellos, son factores que pesan mucho en el día a día laboral. Y que, poco a poco, van dejando huellas en las personas que lo viven.

Lo ideal sería que todos trabajásemos en aquello que nos gusta, que nos inspira y nos permite desarrollar nuestro talento para ponerlo al servicio de los demás. Un trabajo en el que nos sintamos completos y gracias al que podamos decir eso de “estoy tan feliz en mi trabajo que parece que no trabajo ningún día de la semana”. Sin embargo, son pocas las personas que pueden decirlo. Especialmente, a raíz de la pandemia.

En mi consulta de Psicología y Coaching, veo cada vez más personas viviendo con ansiedad, problemas de sueño, falta de motivación, sin ilusión y enfrentándose de continuo con jornadas interminables que dificultan mucho su conciliación familiar. En definitiva, situaciones que poco a poco generan, en las personas que las padecen, unos altos niveles de estrés y activación. Y eso, que nadie lo dude, a la larga, pasa factura.

Con un panorama de este tipo, todos diríamos que lo ideal es plantarse o cambiar de trabajo. Sin embargo, esto no siempre es posible. Cuando el día a día se impone y las facturas, la hipoteca, los colegios no perdonan, no te puedes permitir prescindir de un sueldo. Y, entonces, cambiar de trabajo no es una opción. Por lo menos, hasta que encuentras otra alternativa.

De qué forma aguantar un trabajo que no nos gusta y querríamos dejar

1.- Revisa tu agenda

Si hay mucha descompensación entre tu vida privada y el trabajo, debes ponerte manos a la obra (desde ya) para equilibrar esa balanza.

Empieza a incorporar en cada día planes que refuercen tu faceta personal. Puedes comenzar con tus actividades de fin de semana. Haz planes de que te apetezcan, queda con gente con la que te sientas bien, descansa, y sobre todo, aparta completamente el trabajo durante esas 48 horas.

Después, ve poco a poco introduciendo actividades gratificantes el resto de días de la semana.

El ejercicio físico es siempre una apuesta segura. Te ayudará a manejar los niveles de estrés, a conectar con tu cuerpo (con el que, seguramente, estés bastante desconectado) y a relajarte.

Como siempre digo, el cansancio físico se cura en el sofá y el mental en el gimnasio.

2.- Aprende a poner límites

Sin ningún tipo de duda, esta es la asignatura pendiente de muchos de nosotros. Los limites en el trabajo. ¿Sabemos dónde y cómo ponerlos?

Recuerda que, no todo sirve, ni tienes que decir a todo que «sí y tampoco tienes que estar disponible las 24 horas del día. Ni, mucho menos, por miedo a las consecuencias.

Los limites son esas “barreras” que ponemos para evitar que nos invadan alguna de nuestras parcelas y que nos sirven para evitar perder algo.

Por ejemplo, si una vez terminada tu ya extensa jornada laboral, te sientes en la obligación de coger el teléfono a ese compañero que durante las más de 10 horas ha estado contigo, y no ha tenido tiempo de preguntarte eso que le urge tanto… estarás dejando que invada tus horas de descanso. Y, en consecuencia, perderás ese valioso y escaso tiempo del que dispones para hacer las cosas que realmente te gustan.

A esto me refiero con que, si no pones límites, irremediablemente perderás algo. Y este algo puede ser el tiempo. Pero, también, tu calidad de vida.

3.- Haz un ejercicio de limpieza mental

Te animo a preparar una lista que incluya todas las cosas que te hacen sentir bien y las que no. Después, descarta todo aquello que puedas eliminar del listado de las cosas que no te aportan bienestar.

Si estás en un momento en el que no te sientes cómodo en tu actividad laboral, estoy convencida de que el trabajo está entre ellas. Pero, ya hemos dicho que, de momento, del trabajo no te puedes deshacer.

Incluye en esta lista, no solo acciones. También, puedes reflexionar e incluir aspectos de tu vida que no te aporten. Por ejemplo, decir siempre que «sí» a todo el mundo, encargarte de comprar todos los regalos de los cumpleaños, estar disponible para todo el mundo, cuando nadie te lo pide. E incluye, también, las emociones que no aportan. Por ejemplo, la culpa.

4.- Busca otro trabajo que te alimente el alma

Si no te hace sentir bien, podríamos decir que ese trabajo por el que recibes una remuneración solo es la actividad que te alimenta el estómago y que, por muy románticos que nos pongamos, todos necesitamos.

Sin embargo, eso no te impide poder tener alguna otra ocupación que, al mismo tiempo, te alimente el alma.

Algo con lo que realmente te sientas identificado y que dé sentido a tu vida. Un voluntariado, una colaboración con alguna asociación… Si has hecho bien los tres puntos anteriores, deberías disponer de tiempo para este trabajo, aunque no sea mucho. Porque, todos sabemos que cuando queremos de verdad algo, el tiempo se estira como si fuese plastilina. ¿Verdad?

Ahora bien, si el problema es que no sabes qué es eso que te gusta, entonces, te aconsejo que cojas papel y boli. E intentes descubrir qué es eso que te llena y te hace sentir bien.

El ejercicio de la Rueda de la Vida te puede ayudar. Haz clic aquí para hacer la prueba.

5.- Nunca descartes la posibilidad de buscar un trabajo que te guste más

Por propia experiencia, sé lo importante que es trabajar y cultivar nuestro poder personal. Pasé años en un trabajo en que no me sentía bien. Aprendí mucho, sí. Además, conocí a grandes personas, también. Pero, soñaba con estar en otro sitio y poder trabajar en aquello en lo que realmente quería.

Para dar ese paso, para cambiar, necesitas sanear tu autoestima, ver cómo te relacionas contigo mismo, qué te dices y cuáles son tus creencias respecto al cambio y a los trabajos.

Pensamientos del tipo:

“Donde voy a encontrar un trabajo mejor que este con la que está cayendo”.

“Realmente no soy bueno en nada”.

“Siempre he estado haciendo lo mismo y no tengo experiencia en otros sectores para poder cambiar”.

“Muy poca gente está realmente satisfecha con su trabajo, hay que aguantar”.

O, mi preferida “más vale lo malo conocido que lo bueno por conocer”.

Por supuesto, estas son creencias que te limitan y que debes cambiar por otras que te ayuden a dar un paso al frente para salir de esa situación en la que te encuentras.

Repasa tus habilidades, tus capacidades, aquellas cosas que se te dan bien. Así como los logros que has ido consiguiendo a lo largo de los años.

Fórmate si lo que quieres es mejorar o cambiar de sector. Ten en cuenta que nunca deberíamos dejar de estudiar si queremos ser grandes profesionales.

Y no olvides invertir tiempo en recuperar esa confianza que puedes haber perdido después de pasar horas y horas haciendo cosas que no te gustan. Y, sobre todo y, ante todo, no esperes que llegue alguien a “salvarte la vida”.

Me despido recordándote que me tienes aquí por si necesitas ayuda profesional para salir de ese círculo vicioso que es aguantar un trabajo que no nos gusta. Solo tú eres responsable de tu bienestar. Puedes hacerlo solo o pidiendo ayuda profesional. Pero, sin duda, debes hacer algo para empezar a sentirte mejor. ¡De ti depende!

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