Superar complejos es algo a lo que todos nosotros, en algún momento de nuestra vida, hemos tenido que enfrentarnos. Porque, ¿quién no ha experimentado eso que llamamos “tener un complejo”?

Algo de nuestro cuerpo, nuestro aspecto o nuestros rasgos con lo que no estamos muy contentos. Y que, en mayor o menor medida, nos hace sentirnos mal y nos limita.  Ya que es muy duro mirarse a un espejo y odiar la imagen que ves o compararse con alguna otra persona y salir perdiendo en esa comparación.

En la adolescencia nos salen granos, vello, engordamos o crecemos de forma aparentemente descompensada. Y luego, cuando nos hacemos mayores, aparecen las canas, las arrugas, la flacidez…

Una nariz demasiado grande, unos pechos demasiado pequeños, mucho pelo, poco pelo… ¿Quién define cómo tenemos que ser y qué es lo ideal? ¿Que nos pasa? ¿Con qué estándares nos estamos comparando para decidir que eso que vemos ante el espejo no es correcto?

Los complejos son un tema muy trabajado en las consultas de Psicología y Coaching. Y no solo se limitan al aspecto físico. Las personas acomplejadas acuden con la esperanza de poder superar «eso» que tanto les limita. O, incluso, encontrar la manera de salir de ese sufrimiento.

Pero, ¿qué se esconde detrás de un complejo?. A continuación, voy a explicar qué son los complejos y qué problema se esconde detrás de ellos.

¿Qué son realmente los complejos?

Definiéndolos de una manera coloquial, podríamos decir que un complejo es una expectativa no cumplida. Una expectativa en relación a cómo deberíamos ser, qué aspecto deberíamos tener o cómo debería ser nuestro cuerpo.

Un pensamiento o creencia que tienen que ver con cómo somos percibidos socialmente. Y que hace que la persona que los posee se sienta insegura e inferior al resto. En definitiva, atormentada por esos pensamientos.

De ahí que detrás de la mayoría de los complejos se esconda un problema de autoestima.

Una valoración negativa de nosotros mismos, de nuestra imagen corporal y una gran presión social, son la mezcla perfecta para que los complejos aparezcan.

Factores que influyen en la valoración que hacemos de nosotros mismos

1.- La edad

Sin duda, este es un factor determinante. Cuando somos niños no solemos dar mucha importancia al aspecto físico. Sin embargo, con la llegada a la adolescencia, las cosas cambian. El adolescente quiere, a toda costa, encajar en su grupo de iguales. Y, para ello, entiende que ser igual que los demás es un punto a su favor.

Esa necesidad de aceptación provoca infinidad de complejos que harán, más complicada aun, esta etapa evolutiva de la juventud. El adolescente acomplejado modificará su comportamiento para “tapar” ese aspecto que, a su juicio, le hace diferente. Y le coloca en una posición de inferioridad.

Por ejemplo, si un adolescente considera que pesa más de lo que pesan sus compañeros, puede cambiar su estilo de alimentación o incluso restringir la ingesta para adelgazar. O, si considera que sus dientes están muy separados, o son mas grandes de lo que le gustaría, dejará de sonreír o lo hará con la mano delante de la boca.

Ya en una edad adulta, no es tan importante esa presión social por poseer un determinado aspecto. Sin embargo, la percepción del paso del tiempo también puede ser un factor que influya en la aparición de los complejos.

2.- El entorno

Este es otro de los factores que influyen en la imagen que tenemos de nosotros mismos. Los estereotipos, los estándares de belleza, el prototipo que se nos muestra en las redes, de hombre o mujer exitoso, hace que nos comparemos con ello. Y queramos encajar, a toda costa, con esa imagen.

3.- Las opiniones de los demás

Nos guste o no, las opiniones de los demás nos influyen. Si recibimos un elogio, puede que lo tengamos en cuenta e incluso nos refuerce. Pero, si lo que recibimos es una crítica (por pequeña o insignificante que sea), esas palabras nos hacen tomar conciencia y fijar nuestra atención en lo que nos han dicho.

Las criticas nos generan malestar y nos hacen cambiar nuestro comportamiento. Ya sea para evitar las situaciones en las que nuestras inseguridades puedan quedar en evidencia, por ejemplo, dejando de ir a eventos sociales. O realizando constantes conductas de verificación, como pesarse constantemente o mirarse en todos los escaparates y espejos que veamos.

Estas actitudes refuerzan el malestar, la mala imagen y nuestra valoración personal. Y, en consecuencia, debilitan nuestra autoestima.

7 Formas de combatir o eliminar las inseguridades

1.- Profundiza en tus valores y se coherente con ellos

Posiblemente, la belleza, la imagen o la aceptación social no sean tus valores más profundos. Te animo a que descubras cuáles son esos valores que rigen tu vida y profundices sobre ellos, definiendo acciones que te hagan ser coherente con los mismos.

Si la belleza o el poder no están entre tus valores, pregúntate, ¿para qué estoy invirtiendo tanta energía en conseguir algo que ni siquiera es importante para mí?

2.- Ponte metas a corto plazo

Sí, ponte metas. Pero, que sean accesibles y puedas conseguir. Ya sabes que ponerte objetivos y valorar todo aquello que vas logrando es un fantástico recurso para mejorar tu autoestima.

3.- Rebaja tu nivel de exigencia y perfección

La perfección no existe. Cuanto antes lo aceptes, antes te liberarás de esa prisión. Te sugiero, rebajar tu nivel de exigencia. Y, si tienes que compararte con alguien, que sea contigo mismo, para reconocer tu potencial y valorar tus mejoras.

4.- Pregúntate hasta qué punto eso que te acompleja está dentro de tu control

Por ejemplo, si lo que te obsesiona es tu estatura, algo que difícilmente se puede cambiar, invierte unos minutos cada día para reflexionar qué te aporta dedicar tu energía a algo sobre lo que no puedes tener control. Y qué otras cosas, sobre las que sí puedes actuar, estás dejando pasar o sin atender.

5.- Cuídate, por dentro y por fuera

Es cierto que hay cosas que no se pueden cambiar. Pero, hay otras sobre las que sí que tienes influencia. Cuidarte e intentar estar lo más sano y saludable posible es una de ellas. ¡No lo olvides cuando aparezcan esos complejos que tanto afectan!

6.- Ojo con las redes sociales

Un buen amigo siempre me dice que “nadie es tan feo como en su carnet de identidad ni tan guapo como en Instagram”. ¡Y qué gran razón tiene! Discrimina entre lo que es real y lo que no. Desde aquí, te animo a que no te dejes llevar por la primera imagen que veas y a que desconfíes de aquellos que siempre están felices.

Una sugerencia más… ¡evita caer en la tiranía de la felicidad! Te aseguro que vivirás más feliz.

7.- Por último, acepta

Ya sabes que este paso es imprescindible y posiblemente el más complicado de conseguir. Acéptate tal y como eres. Con tus fortalezas y áreas de mejora. Céntrate en potenciar aquello que te gusta y en lo que eres bueno. Además, si puedes hacer algo con aquellos aspectos que se pueden mejorar, ¡adelante, puedes hacerlo! Pero, siempre, desde la oportunidad de mejorar lo que tienes ante ti. Pero no como un aspecto a tapar o una amenaza para tu salud.

Por supuesto, aquí me tienes, si crees que necesitas ayuda para superar tus complejos e inseguridades puedes contactar conmigo. Como psicóloga y coach sé lo mucho que puedo ayudarte a superarlos.

Me despido animándote a tomarte un tiempo para apreciar lo increíble que eres. Y, no lo dudes: deja que los demás vean toda esa belleza que hay en ti.

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