Actitud y felicidad. Dos conceptos que escuchamos habitualmente y que relacionamos con éxito, bienestar, crecimiento, desarrollo, oportunidades… Dos palabras que marcan la diferencia.
Las redes, la prensa, la televisión nos mandan mensajes sobre ellas:
“La felicidad no ocurre por casualidad, sino por elección”.
“El éxito llega para todos aquellos que están ocupados buscándolos”.
“Hoy soy feliz porque quiero, porque puedo y porque me da la gana”.
Sin duda, son buenas frases. De hecho, yo soy la primera que puedo usarlas en un determinado contexto. Frases que nos dicen que todos los recursos están dentro de nosotros. Que la actitud que tengamos ante las situaciones que vivimos es importante. Y que la felicidad es algo que está dentro de nosotros. Sin embargo, estas frases llevan otros mensajes detrás que puede hacer mucho daño.
Por ejemplo, una mala interpretación de ellas puede hacernos pensar que si no somos felices es por nuestra culpa. Si no conseguimos un trabajo o no superamos una enfermedad es porque no hemos tenido la actitud adecuada. Y que, si en un momento determinado, estamos tristes o pensamos que nos puede pasar algo, estamos atrayendo hacia nosotros estas desgracias.
¡Madre mía, qué presión! Esto es lo que se denomina “La tiranía de la felicidad”
Actitud y felicidad, la verdadera relación que hay entre ellas
Sinceramente, ojalá las cosas fuesen así de fáciles. Y solo con pensar en ser feliz, y tener una determinada actitud, ya tuviésemos el éxito asegurado. ¿No te parece?
Pero no. La vida no es así.
Lo digo aquí y se lo repito a mis pacientes cuando llegan abatidos después de una recaída o cuando están inmersos en un proceso depresivo.
Por supuesto, las emociones negativas existen, igual que los errores y el fracaso. ¡Y no pasa nada! No son sinónimo de debilidad.
Igual que las enfermedades existen y los problemas y abusos laborales también. Y, ninguno de ellos son culpa del que los sufre.
Pensar que tenemos el poder de eliminaras definitivamente de nuestra vida, hace que nos marquemos unas expectativas irreales y que irremediablemente vayamos directos a la decepción.
Con esto no quiero decir que no tengamos que ser proactivo e ir hacia nuestra felicidad, o que la actitud que tengamos ante un acontecimiento no es importante. Nada de eso.
En relación a esto, quiero recordar a Martin Seligman, padre de la psicología positiva. Él decía que la felicidad es una mezcla de fortalezas y que podíamos llegar a ella cultivando nuestro potencial. Nuestra resiliencia, nuestra empatía y nuestra perseverancia, entre otras.
Es cierto y real que muchos estudios han demostrado que una actitud positiva ante determinadas enfermedades tiene un importante papel tanto en la aceptación del diagnóstico como en el tratamiento de las mismas. Que, esa misma actitud positiva, hace que pongamos el foco en las cosas positivas que nos pasan, en las emociones positivas. Y que éstas, a su vez, siguen mejorando nuestra actitud. Pero esto no quiere decir que no tengamos malos momentos.
Nuestro objetivo no puede ser la “necesidad de ser feliz” o “la obligación de tener una actitud positiva”.
Al contrario, nuestro objetivo tiene que orientarse hacia, hacer todo lo que esté en nuestra mano para mantener una determinada actitud y bienestar.
Cómo tener una actitud que favorezca nuestro bienestar
1.- Reconoce y acepta tus emociones y sentimientos
Recuerda que, negar las emociones y sensaciones negativas no va a hacer que se eliminen. Al contrario, aquello a lo que te resistes, persiste.
Comienza por reconocer en ti aquellas emociones que son mas incómodas: el miedo ante un determinado diagnóstico, la tristeza por la pérdida de un trabajo, la rabia por una injusticia recibida. Reconocer las emociones para aceptarlas y aprender a gestionarlas.
Si me conoces, ya sabes que y que, solo una correcta gestión te ayuda a llevarlas mejor y si ves que no puedes solo, no lo dudes. Pide y apóyate en la ayuda profesional.
2.- Cuerpo y mente como un equipo
Como bien sabes, ya está más que demostrado y argumentado que salud mental y salud física van de la mano.
Si estás pasando por un momento complicado o por alguna enfermedad, física o mental, cuida de ti. Cuida de tu cuerpo. Sé muy sensible a como te sientes, a lo que te viene o no te viene bien. Presta atención a cómo te afectan las cosas. En qué contextos o situaciones te sientes mejor o con qué personas te encuentras más a gusto.
Importantísimo, que mantengas unos hábitos saludables, de alimentación, ejercicio y sueño. Escucha a tu cuerpo, él te habla y te irá marcando cuáles son sus límites.
Ten presente esto: nadie puede tener una actitud positiva ante nada si está física y mentalmente agotado.
3.- Ojo con lo que te dices
Para mantener una buena actitud ante situaciones complicadas, no puedes olvidarte de hacer un buen uso de las palabras.
Cuida mucho tu dialogo interior, tus pensamientos, los juicios que haces sobre ti y tu situación. Porque, la forma en la que te cuentes tu historia va a influir en la manera en la que la vivas.
En mis consultas, suelo decirle a muchos de mis clientes que me cuenten su historia desde una perspectiva diferente a como lo hacen normalmente. De forma que la miren desde otra posición. Una posición mas objetiva o, incluso, mas positiva.
Las palabras que usamos para contar las experiencias que vivimos tienen mucha influencia sobre el «cómo» las vivimos. Porque, recuerda que esas palabras nacen directamente de los pensamientos. Y no es lo mismo decirte: “soy un blando porque tengo una depresión”, “no soy lo suficientemente fuerte para superar esta enfermedad”… Que decir: “me siento vulnerable porque tengo una depresión” o “haré todo lo que esté en mi mano para superar esta enfermedad”.
4.- Rodéate de gente bonita
Personas que te hagan crecer, que tiren de ti hacia arriba, que tengan una buena actitud ante la vida. Y, por supuesto, sepan ver el lado positivo.
En momento complicados, el sentido de pertenencia, la cercanía y el apoyo de los seres queridos es muy importante para sentirte feliz y agradecido, manteniendo así una actitud positiva.
Una actitud positiva pondrá en marcha una cadena de pensamientos, sensaciones y acontecimientos positivos que te llenarán de felicidad. Pero, eso no quiere decir que no tengas derecho a caer, descansar, llorar o gritar cuando lo que estás viviendo no te guste.
Solo tienes que reconocerlo y aceptarlo para aprender a transformarlo.
Desde aquí te animo a trabajar cada día en tu propia actitud de forma que se convierta en una buena aliada para tu felicidad. Porque ese es el objetivo: ser felices en los diferentes momentos y circunstancias que tengamos que afrontar a lo largo de la vida.
Y, antes de despedirme, quiero recordarte que si ves que necesitas ayuda en este proceso personal, no dudes en contactar conmigo. Como psicóloga y coach he trabajado este aspecto con muchas personas y sé que podré ayudarte.
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Que interesante Laura! Gracias por compartirlo. Te mando un abrazo