La comunicación es una de las habilidades del ser humano que nos hace estar conectados unos con otros.  

Sin embargo, muchas veces nos resulta sumamente complicado poder comunicarnos con las personas que nos rodean. Queremos y realmente intentamos hacer todo lo posible por conseguirlo, pero, no siempre lo logramos. Y eso, nos frustra mucho y nos drena la energía.

Porque, aunque hemos nacido con la habilidad de comunicarnos, la realidad es que no todos sabemos hacerlo correctamente. Para comunicar hay que saber escuchar y esto es mucho más de lo que realizamos normalmente.

En primer lugar, porque oír (que es lo que solemos hacer) no es lo mismo que escuchar. La diferencia más importante entre estas dos acciones es que la primera es totalmente pasiva, algo que pertenece al ámbito fisiológico, mientras que la segunda supone mucho más.

Una maravillosa habilidad: la escucha activa

El proceso de escucha implica captar, entender e interpretar. Es, por tanto, un acto consciente a través del cual, la persona interpreta el mensaje que está recibiendo.

Más concretamente, la escucha activa, es el acto a través del que reflejamos a nuestro interlocutor como hemos estado de atentos a su mensaje. Analizando, comprendiendo y razonando la información que nos está transmitiendo y respondiendo en coherencia con dicho mensaje e información.

Cuando decidimos escuchar activamente estamos tomando la decisión consciente de apagarnos para ceder el protagonismo a la persona que tenemos enfrente. Lo que provoca en ella confianza y seguridad. Ya que, cuando una persona se siente escuchada, siente que se puede expresar libremente. Se siente entendido y libre de expresar sus verdaderos pensamientos y emociones.

Cuando nos sentimos escuchados se despierta en nosotros un profundo sentimiento de agradecimiento y conexión. No solo con los demás, sino también con nuestro propio discurso e historia. Y, a veces, casi sin darnos cuenta, o sin que la otra persona haga prácticamente nada, encontramos las respuestas.

Esta es la magia que se experimenta en las sesiones de Psicología y Coaching. La escucha activa hace que la persona que acude a consulta, conecte con su historia y su problema para que, poco a poco vaya elaborando sus propias respuestas y soluciones.

¿Qué beneficios aporta escuchar activamente?

La escucha activa influye, tanto en nuestra vida personal, como en la profesional. Sea en el ámbito que sea, si no comprendes e interpretas lo que escuchas, se pueden producir conflictos y malos entendidos.

De ahí que, escuchar activamente podría decirse que es una especie de «prevención ante la generación de conflictos».

Pero no solo eso. La escucha activa hace que, mientras el otro habla, tú estés captando e interpretando su mensaje. Y así los malos entendidos, típicos de las conversaciones, se reducen. Esto, en un plano profesional y de trabajo en equipo se traduce en un aumento de la productividad y la cohesión.  

Otro de los beneficios de escuchar activamente es que tus relaciones con las demás personas serán mucho más sinceras y profundas. De forma que, podrás influir, que no manipular, a tu interlocutor (si te interesa la diferencia entre influir y manipular, puedes consultar este enlace).

Ademas, como podrás captar toda la información que sea importante y tu capacidad de atención y aprendizaje serán mayores, tu visión sobre la realidad será más amplia y completa. De ese modo, tu capacidad de planificar nuevos proyectos o de generar cambios también aumentará.

Así a priori, los beneficios son sumamente interesantes. Sin embargo, el simple hecho de saber que es bueno no garantiza que lo hagamos. Porque, para escuchar activamente tenemos que dejar de hablar. Y no solo eso, tenemos que dejar de pensar en lo que le vamos a responder. Y eso, es lo complicado.

¿Cuántas veces te has descubierto en medio de una conversación esperando que tu interlocutor se calle para soltar tu discurso, para preguntarle lo que quieres saber o para darle tu solución al tema que te está planteando?

Seguro que muchas.

Cómo llevar a cabo un buen proceso de escucha activa

El proceso de escuchar activamente requiere de:

  • Prestar atención consciente.
  • Empatizar, aunque no se esté de acuerdo con lo que el otro diga.
  • Dedicar el tiempo y el espacio al otro para que se sienta escuchado.
  • Proporcionar feedback o retroalimentación al otro a lo largo de la conversación.
  • Responder de forma coherente y apropiada.

Y… ¿cómo mejorar tu escucha activa?

Un concepto fundamental para escuchar activamente es estar en nuestro interlocutor. Es decir, prestarle atención, apagarnos para que sea él quien tome el protagonismo. Para eso, nosotros, podemos usar algunos de estos pequeños trucos:

  • Mantener la mirada.
  • Hacer pequeñas señales de asentimiento (con gestos o con palabras).
  • Hacer preguntas. Las preguntas son una de las principales herramientas de escucha activa que tenemos. A través de ellas, mostramos interés a nuestro interlocutor, le conocemos mejor e incluso le animamos a reflexionar o cuestionarse lo que nos está contando. Preguntas del tipo “¿qué quieres decir con…?” . O, “¿cuál es, para ti, el significado de….? Te pueden servir de ejemplo para entender lo que la otra persona te está queriendo decir.
  • Repetir lo que tu interlocutor te dice.
  • Resumir lo que has escuchado.

Para terminar, te propongo un juego para practicar en pareja. Durante cinco minutos, tu pareja te contará algo, lo que quiera. Tu tarea consiste, solo en escuchar. En absoluto silencio, sin interrumpir, conectado, presente y sin juzgar. Si, en esos cinco minutos te das cuenta de que estás juzgando lo que escuchas o que quieres decir a la otra persona lo que piensas, entonces, te has desconectado. Vuelve a centrar la atención en tu pareja.

Al principio os resultará complicado, incluso incómodo. Os resultará difícil estar en silencio y vuestra mente se irá a vuestras cosas. ¡Es normal! Este tipo de escucha no es algo que hagamos con frecuencia y necesita entrenamiento.

Pasados cinco minutos, cambiad de rol. Y, entonces, eres tú quien transmite y la otra persona la que escucha.

Haced la prueba y comprobaréis que os ayuda a comunicaros y entenderos mejor. Para cerrar este ejercicio de conexión una forma bonita es reflexionar juntos sobre cómo os habéis sentido. En qué papel os encontrábais mejor y qué dificultades os habéis encontrado.

Y, por supuesto, si hacéis la prueba no dudes en dejarme un comentario contándome la experiencia. ¡Me gustará leerte!


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