La sobreexigencia, aunque no lo parezca, está a años luz de ser algo bueno en nuestra vida. Tener objetivos, querer superarnos, aspirar a mejorar y prosperar son, sin duda, algo positivo. Sin embargo, cuando ese afán de superación se sobredimensiona podemos caer en el perfeccionismo extremo y la sobreexigencia. Y es entonces cuando algo que, a priori, nos debería ayudar a conseguir nuestros objetivos se convierte en un freno.

Veamos qué es lo que pasa.

Cuando hablamos de superación nos vienen a la cabeza palabras como éxito, consecución de objetivos y mejora.

La sociedad en la que vivimos nos impone unos estándares muy elevados de rendimiento. Y los medios de comunicación y las redes sociales, nos muestras constantemente a personas (o personajes) con grandes historias de superación y esfuerzo que los ha llevado a la fama y al éxito. Aquel que destaca consigue reconocimiento externo.Y eso, gusta.

Crecemos con la idea de que para ser excelente y destacar hay que conseguir grandes logros o hacer grandes aportaciones. Y, si no lo conseguimos, nos sentimos frustrados y fracasados.

Sin embargo, como todo, este afán de superación tiene su lado negativo cuando lo convertimos en una necesidad para ser felices y sentirnos bien. Cuando creemos que, para superarnos, no podemos equivocarnos ni fallar. Y, por lo tanto, nos negamos a aceptar la posibilidad de cometer errores. Es en este momento en el que la superación se vuelve sobreexigencia. Y, por tanto, lo que comenzó siendo motivador se convierte en un freno. Dejamos de disfrutar del proceso y nos volvemos tiranos de nosotros mismos.

5 pasos para desterrar la sobreexigencia de nuestra vida

1.- Evita compararte con los demás

Mejorar, superarse, exigirse y esforzarse es positivo porque nos hace crecer y desarrollarnos como personas. Pero, ¡ojo!… solo cuando nos estemos midiendo con nosotros mismos.

Dedica tu energía a ir venciendo tus propios límites. Enfréntate cada día a algo que te de miedo con la idea de vencerlo. Y, hazlo solo por y para ti. ¡Eso sí que es superación!

Siempre habrá alguien mas fuerte, mas listo, con mas contactos o con mas iniciativa que tú. Pasarte la vida intentado superar a otros, sólo para demostrar lo que vales, te convertirá en una persona dependiente del reconocimiento externo. Eso puede ser muy peligroso, porque no siempre lo vas a obtener. Y entonces, ¿qué? ¿En quién te conviertes?

2.- Acepta que la perfección no existe

Las personas sobreexigentes suelen ser bastante perfeccionistas y, en consecuencia, bastante controladoras. Les gusta que las cosas estén siempre bajo control y se esfuerzan mucho en conseguirlo. Les cuesta delegar y quieren abarcarlo todo ellos solos. Porque anticipan que nadie lo hará como a ellos les gusta.

Esta idea de perfección se proyecta, no solo hacia los demás, sino también hacia ellos mismos. Siempre se puede esperar más, siempre se puede hacer mejor.

El problema aparece cuando esa imagen idílica de perfección nunca llega a materializarse y aparece la frustración.  Con ella, también llega la idea de que nunca seremos capaces de satisfacer nuestros deseos. Pudiendo, incluso, llegar a abandonarlos para no tenernos que enfrentar a ese sentimiento de incapacidad.

3.- Permítete fallar

Equivocarse, fallar, cometer errores, elegir y descartar alguna opción son algunas de las propuestas que te hago para aprender a dejar de lado esa sobreexigencia.

Si echas la vista atrás, verás que has llegado hasta donde estás ahora gracias a que, después de cada caída, has decidido levantarte y continuar andando.

¡Eso si que es superarse! Volver a montar en bici después de un golpe es superarse. Salir de nuevo a la pizarra después de haberte equivocado en un problema, es superarse. Comenzar a buscar trabajo después de un despido es superarse.

Ten algo claro. Superarse no significa tener siempre los mejores resultados.

4.- Practica la compasión, y más aun, la autocompasión

La vida de una persona no es solo conseguir metas, obtener resultados o alcanzar objetivos. Vivir bien, sentirse bien, ser feliz y disfrutar de las cosas y las personas, hace que nos sintamos realizados y plenos.

Las personas sobreexigentes eliminan la empatía de sus vidas. No hay compasión y aplican la mano dura, tanto para ellos como para los demás.

Se juzgan con  mucha severidad. Convirtiéndose en jueces implacables que se culpan y castigan por todo aquello que no sale como habían planeado. .

El mejor tratamiento para combatir la autoexigencia es el amor, la comprensión y la compasión. Aprende a quererte, valorarte y comprenderte.

5.- Pasa a la acción

Para terminar… ¡pasa a la acción! Recuerda que ninguna herramienta tiene sentido si no la pones en práctica. Si no pruebas y observas qué pasa cuando haces las cosas de forma diferente.

 

Si crees que la autoexigencia está condicionando tu vida y está convirtiéndose en un freno en tu vida, no tengo que decirte que aquí estoy para ayudarte. Por mi experiencia como Psicóloga y Coach, te acompañaré para hacer que la exigencia se convierta en tu mejor aliada para alcanzar tus objetivos. Y no al revés.

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