Hacer amigos en la edad adulta es habitualmente algo complicado. Sin embargo, se trataba de una cosa de lo más normal y natural durante la infancia.

Seguro que te es familiar esta situación.

“Hola, ¿quieres ser mi amigo?” Así empezábamos a hacer amigos cuando éramos niños.

El parque, la escuela o las actividades extra-escolares eran en si mismos un criadero de amistades. Tan solo tenias que llegar, mirar un poco a tu alrededor y fijarte en algún otro niño que estuviese solo. O que tuviese un juguete que a ti también te llamaba la atención.

Después, el tiempo se encargaba de hacer lo demás.

Incluso, me atrevería a decir que esta fórmula nos sirve también durante nuestra vida académica. En mi caso, hace muchos años que deje la universidad, pero recuerdo que mis amigas de “uni” fueron las chicas con las que coincidí el primer día de clase y con las que compartí los típicos miedos de novata.

Pero, ¿qué ocurre cuando nos convertimos en adultos? ¿Sigue siendo tan fácil y casual?

Los cambios de domicilio, de trabajo, las separaciones o la llegada de los hijos pueden hacer que sintamos la necesidad de añadir nuevas personas a nuestras vidas. Y, este hecho, puede llegar a convertirse en un verdadero desafío.

Me vienen a la mente multitud de ejemplos de amigos y clientes a los que, por alguna circunstancia, la vida les ha cambiado y les ha separado de sus amigos “de toda la vida”. Y, entonces… ¿qué? ¿Nos resignamos o buscamos opciones?

Antes de continuar, quiero lanzar una reflexión. En esto de hacer amigos, ¿las redes sociales nos potencian o nos limitan? ¿Pueden estar creando en nosotros una falsa sensación de que cualquier persona puede ser amiga nuestra? ¿O, por el contrario, son una potente herramienta social?

Te dejo a ti la respuesta. Y, si quieres, te animo desde aquí a que la compartas conmigo. Porque, en función de lo que contestes dependerá, en gran medida, las estrategias que pongas en marcha.

Ahora sí, quiero compartir contigo, algunos consejos si quieres hacer nuevos amigos pero ya has cumplido los 30. ¡O algunos años más!

Cómo hacer amigos en la edad adulta

Libérate de todas las creencias que te limitan en relación a la amistad

Ideas como que “los amigos son solo aquellos con los que puedes contar para cualquier cosa”. O que “un verdadero amigo es solo aquel que te ha acompañado desde la infancia”. Y, también eso de que “a partir de una determinada edad es muy difícil encontrar buenos amigos”. Porque los pensamientos y creencias como esas, sólo conseguirán que te des por vencido antes incluso de intentarlo.

Recuerda que tus comportamientos vienen determinados por tus pensamientos. Y si, ya de antemano, piensas que es una tarea perdida, tu actitud será bastante peor que si te permites abrir una puertecita. No te digo que, de pronto, empieces a pensar que es super fácil. Solo, que te des la oportunidad de probarlo.

Pregúntate, ¿qué es lo que me gusta? ¿Cuáles son mis aficiones?

Saber «qué» te gusta es fundamental para buscar amigos. Puesto que, a partir de cierta edad, la búsqueda de amigos se hace en función de las aficiones.

Es posible que si tu vida ha dado un giro radical y has pasado de tenerlo todo controlado a vivir en un completo caos, ni siquiera te hayas parado a pensar qué es eso que quieres a partir de ese momento. Pues bien, ahora puedes pararte a pensarlo.

Apúntate a cursos y actividades que te motiven y te hagan sentir bien. Conocer a otras personas con tus mismos intereses te ayudará a querer invertir tiempo en fomentar esa amistad.

Si crees que hay afinidad, invierte tiempo

Para que una relación de amistad se desarrolle, es importante invertir tiempo para conseguirlo. Las amistades hay que cultivarlas, regarlas para que crezcan y se desarrollen. De lo contrario, nunca llegarán a nada.

Muéstrate receptivo cuando te propongan planes, si nunca tienes tiempo para aquello que no sea tu día a día, la gente se termina cansando.

Imagina que te dan una semilla y tienes que conseguir que se convierta en una flor. ¿Cada cuánto la regarías? ¿Una vez a la semana? ¿Al mes? Si haces eso, es posible que la semilla se marchite. Con las nuevas amistades pasa lo mismo. Si quieres que se conviertan en algo mas sólido tienes que cuidarla e invertir tiempo en ellas.

No corras, respeta tus tiempos y los de las otras personas

Sin duda, aquí tienes que buscar el equilibrio, encontrar el punto medio entre el cuidado de esa incipiente amistad y los tiempos de cada uno.

Cuando somos adultos, solemos ser mas selectivos. Nos conocemos más. Y, precisamente, eso hace que, muchas veces, nos resulte mas complicado pasar de una amistad superficial a algo más íntimo. Por otro lado, la vida hace que tengamos mas reticencias a la hora de confiar en otra persona. Evita enjuiciar al otro solo porque sus tiempos sean diferentes a los tuyos.

Aprende a confiar y no te obsesiones.

Sé tú mismo y pon en práctica todas tus habilidades sociales

Recuerda que llevas toda tu vida conociendo gente nueva y has sabido hacerlo. Por ejemplo, cada vez que te has mudado o cambiado de trabajo o empezado un proyecto nuevo. Recuerda qué habilidades has puesto en práctica para relacionarte con las personas. O qué formulas y recursos te han ido mejor. Y, al mismo tiempo, qué formulas o recursos no te han proporcionado los resultados esperados.

Recurre a tu experiencia y saca del maletín todas las herramientas de las que dispones.

No busques amigos desde la necesidad

La necesidad trae escasez. Si buscas amigos para “que te saquen” o para “no estar solo”, corres el riesgo de conformarte con migajas. O con personas que, posiblemente, no estén hechas para ti. En ningún caso porque sean malas. Sino porque, probablemente, las elijas desde la desesperación. Y sin tener en cuenta los principios y valores que para ti son importantes en una persona.

Primero, aprende a quererte, a estar bien contigo mismo y a disfrutar de tu tiempo en soledad. Y, solo después, elige conscientemente compartir ese tiempo con personas que vibren contigo. Personas con las que compartas aficiones, inquietudes y estilos de vida. Solo así, podrás ser realmente libre.

 

Por último, pero no menos importante, ábrete a la vida y las nuevas oportunidades. Una mente abierta es una mente receptiva a nuevos encuentros, nuevas actividades y aventuras. Vivimos dando vueltas sobre las mismas ideas, los mismos pensamientos, las mismas rutinas y nos asusta lo nuevo y desconocido.

Hacer amigos, siempre fue una aventura. Haz memoria y vuelve a recordar que cuando eras niño disfrutabas de ella.

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