Te propongo que pienses en la última vez que conociste a una persona. Alguien a quien te presentaron, ya sea en el trabajo o en tu vida personal. Alguien que, a priori te llamó la atención, te pareció interesante y que, poco a poco, se ha ido haciendo un hueco en tu vida.
Piensa ahora en tu actual pareja. O en la última que hayas tenido… ¿Qué tuvo que pasar para que empezases a amarla?
Supongo que cualquier respuesta que des pasará por conocer a esa persona. Porque, no podemos amar a nadie sin antes saber quién es.
Cuando alguien nos interesa, no escatimamos esfuerzos en conocerle. No tenemos inconveniente en dedicarle parte de nuestro tiempo y energía para saber más y descubrir cuáles son sus gustos, aficiones, intereses e inquietudes.
Es obvio, ¿verdad?
Sin embargo, cuando se trata de nosotros mismos, no ocurre igual.
El autoconocimiento. Por qué no deberíamos perderlo de vista
Somos la persona con la que más tiempo pasamos. Quien nos acompaña durante toda la vida. Sin embargo, posiblemente, seamos la persona a la que menos tiempo le dedicamos. ¿No crees?
Día a día, la vida nos sumerge en un caos de responsabilidades y obligaciones que nos hacen perdernos en el estrés y las expectativas externas. Como algo habitual, nuestro foco de atención está puesto fuera de nosotros. Los trabajos, la familia, los amigos, los hijos. Sin excepción, todos son merecedores de nuestro tiempo y atención. Menos nosotros.
Entre otras cosas, está demostrado que nuestro bienestar depende de conseguir un estado de salud mental y emocional, en el que experimentemos un equilibrio positivo entre nuestras emociones, pensamientos y comportamientos.
Esto implica sentirse bien consigo mismo, tener una buena autoestima, manejar el estrés de manera efectiva y mantener relaciones saludables con los demás.
Por supuesto, sentirse bien no significa estar feliz o contento todo el tiempo. Ya que es normal experimentar una amplia gama de emociones, incluyendo, entre ellas, tristeza, miedo, ansiedad. Sin embargo, sí que implica la capacidad de gestionar estas emociones de manera adecuada y constructiva. De modo que no interfieran negativamente en nuestra calidad de vida.
Y para que todo esto pueda darse. Es decir, para que consigamos ese equilibrio, tenemos que conocernos.
El autoconocimiento está en la base de ese bienestar. Pero, ¿cómo podemos definir este concepto?
En primer lugar, el autoconocimiento es el proceso de explorar y comprender quiénes somos realmente.
Además, es mucho más que tener conciencia de nuestras acciones. También, de nuestras emociones, valores, creencias, deseos y motivaciones.
Y es un viaje a lo más profundo de nuestro ser, que nos permite descubrir nuestras fortalezas y debilidades.
Aquellos que se conocen bien, saben cuáles son sus habilidades y pasiones. ¡Y esa es una gran ventaja! Ya que les facilita alinear sus metas con sus verdaderas aspiraciones.
De hecho, conocerse a uno mismo tiene muchas ventajas.
Las 5 ventajas principales del autoconocimiento
1.- Nos permite tener una dirección hacia la que enfocar nuestras energías y nos da claridad para seguir ese camino.
2.- Nos ayuda a reconocer y manejar nuestras propias emociones, de una manera mucho más saludable. Y, en consecuencia, nos hace tener una mayor estabilidad emocional y unas relaciones mas sólidas.
3.- Aumenta nuestra resiliencia. Conocer nuestras fortalezas y debilidades nos hace más resistentes ante los desafíos que nos rodean.
4.- Nos da la oportunidad de aceptarnos incondicionalmente, reconociendo nuestras imperfecciones como parte de nuestra propia identidad. En esta aceptación está la base del amor propio.
5.- Facilita que establezcamos límites saludables en nuestras relaciones, al ayudarnos a comprender nuestras necesidades y frenos. El amor hacia nosotros mismos se refleja en la forma en que permitimos que los demás nos traten, contribuyendo a relaciones más enriquecedoras
Entonces, si el autoconocimiento tiene tantas ventajas… ¿Por qué nos da tanto miedo?
La respuesta es fácil.
Conocernos a nosotros mismos implica aceptar nuestras fortalezas, debilidades, e imperfecciones. Y, esto, supone recorrer un proceso de autodescubrimiento que nos hará salir de nuestra zona de confort.
Ese proceso que, sin duda, llevará asociados cambios en nuestras creencias, valores o comportamientos. El miedo al cambio y a lo desconocido nos produce ansiedad e incertidumbre hacia esa nueva identidad que vamos a descubrir. Y el manejo de la incertidumbre no es algo que nos agrade especialmente.
¿Qué pasa si eso que descubrimos no nos gusta? ¿Si ese cambio no nos trae nada positivo? La realidad es que esto no suele ocurrir. Sin embargo, los juicios que emitimos hacia nosotros mismos y el temor a ser juzgados o rechazados, por los demás, nos hace preferir vivir sin ese profundo autoconocimiento que es tan ventajoso para nosotros.
Pero, aunque este proceso puede resultar desafiante, es fundamental para nuestro crecimiento. Y, aunque pueda llevarnos un poco de tiempo, es un paso muy importante hacia la autorrealización.
No hay nada que siente mejor que sabernos responsables y protagonistas de nuestras vidas. No hay nada que siente mejor que levantarte cada mañana al lado de una persona a la que admiras, quieres y cuidas.
Por eso, desde aquí, te animo a que tomes la firme decisión de ser «tú». Esa persona por la que te vas a preocupar a diario. A la que vas a dedicar tiempo para conocer y amar.
Y, por supuesto, aquí me tienes si crees que necesitas la ayuda profesional de una psicóloga y coach en eese camino del autoconocimiento. Te aseguro, por experiencia, que no te arrepentirás de tomar la decisión de conocerte bien para amar realmente a la persona única en el mundo que tú eres.
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Gracias Laura por estas reflexiones. Me ayudas a refrescar con tus artículos de «para que» de mi vida.
Y, es cierto, cuanto más me conozco, más claro tengo todo y más feliz soy.
Gracias de nuevo