Aprender a gestionar los conflictos forma parte de nuestra vida. Como ser humano que convive con otros seres humanos, irremediablemente, tendrás diferencias con otras personas por motivos de lo más diferentes. Y, será necesario superarlas.

El conflicto es inevitable. A lo largo de tu vida, los tendrás con tus padres, tus hijos, hermanos, amigos, jefes, compañeros de trabajo, vecinos… Incluso, tendrás, si no los estás teniendo ya, conflictos contigo mismo.

Por lo tanto, podríamos decir que el conflicto forma parte de nuestra naturaleza. Sin embargo, la visión negativa que tenemos sobre él nos hace intentar evitarlo o minimizarlo. Mirar para otro lado y quitarle importancia.

¿Cuántas veces has dejado pasar cosas en casa o en el trabajo para evitar tener un conflicto? Muchas, seguro.

Y, ¿cuántas veces esa estrategia te ha funcionado? Puede que algunas, pero las menos.

La realidad es que actuar así, normalmente, hace que el conflicto se enquiste. Y, como suele decirse, la bola se haga cada vez mas grande.

Cómo se pueden gestionar los conflictos de forma eficaz

Son muchos los recursos que puedes poner en práctica para resolver conflictos y no hay una única fórmula para conseguirlo. Pero, depende mucho de tu estilo y del tipo de conflicto al que tengas que hacer frente.

Los psicólogos Ken Thomas y Ralph Kilmann proponen 5 estilos diferentes de afrontarlo. Y, aunque no quiere decir que siempre reaccionemos igual ante los conflictos, sí que es cierto que existe una cierta tendencia a intentar resolverlos de la misma manera.

Estos 5 estilos de gestionar los conflictos son:

  • Competitivo. Cuando piensas que, para que uno gane, el otro tiene que perder. En este estilo, lo importante es salirse con la suya.
  • Complaciente. Cuando los intereses del otro están por encima de los tuyos propios. En este caso, solemos ceder para conservar la relación.  
  • Evasivo. En este caso, como su propio nombre indica, miramos para otro lado alegando que no es momento para tratarlo y lo aplazamos con la esperanza de que se resuelva solo.
  • Colaborador. Cuando el objetivo es encontrar una solución que satisfaga a todas las partes.
  • Comprometido. Este estilo seria un “ni para ti ni para mi” en el que todas las partes ceden algo.

A priori, el estilo colaborador puede parecer una buena manera de llegar a resolver un conflicto. Sobre todo, cuando queremos que la relación con la otra persona se conserve intacta o incluso se refuerce y tengamos tiempo para encontrar una solución en la que todos ganemos. ¡Ojo! Eso no es nada fácil, requiere de altas dosis de empatía y unas buenas habilidades de comunicación.

Entender la postura del otro, aunque no la compartas, y saber hacer frente a conversaciones complicadas, escuchando y con el ánimo de buscar soluciones, será determinante en este caso.

Sea cual sea tu estrategia de afrontamiento, ha llegado el momento de asumir tu responsabilidad y resolverlos.  Al hacerlo, estarás tomando conciencia de las cosas que son importantes para ti, te conocerás más y puede que, incluso, te estés dando la oportunidad de llevar a cabo un cambio en tu vida.

Yo hoy, quiero mostrarte una de las muchas herramientas de resolución de conflictos que a mí me da resultado. Si sigues leyendo, te cuento en detalle cuál es.

Mi «herramienta» perfecta para encontrar soluciones

A esta herramienta la vamos a llamar “Buscando soluciones”. Puede parecer un título obvio, teniendo en cuenta el tema del que hablo. Pero, la realidad es que muchas veces, cuando tenemos un problema, nos pasamos horas buscando al culpable, en lugar de buscar las posibles soluciones.

Los pasos de esta herramienta para buscar soluciones son sencillos.

#1 – Define el problema que tienes ante ti

Si quieres resolver algo, primero debes tener claro «qué» es lo que está pasando exactamente, con quién, por qué. No puedes arreglar nada si no sabes qué falla.

#2 – Genera, al menos, cinco posibles soluciones

Somos seres de costumbres y cuando se trata de resolver cosas, aún más. Tenemos una cierta tendencia a comportarnos siempre de la misma manera. El reto está en no quedarnos con la primera opción que se nos pase por la cabeza. Haz, o haced, una lluvia de ideas proponiendo diferentes opciones, sin juzgar si son posibles o no. Solo lanza ideas.

#3 – Evalúa cada una de las opciones de solución

¡Sí! Las que se han propuesto en el apartado anterior, viendo su viabilidad. Y, a continuación, elige una para ponerla en práctica.

#4 – Pasa a la acción

En este punto, ha llegado el momento de llevar a la acción esa opción que está sobre el papel, para ver, si realmente, te lleva al resultado deseado.

#5 – Haz seguimiento

Puede que un problema o conflicto no se resuelva de forma inmediata. Por eso, es conveniente que, pasados unos días, puedas valorar los resultados.

Antes de despedirme, quiero insistir en que para poder poner en practica esta herramienta, tiene que existir un cierto espíritu de colaboración y razón. Con esto quiero decir que, cuanta más serenidad y tranquilidad tengas a la hora de ponerla en marcha, mejores resultados tendrás. Si, por el contrario, intentas usarla en un momento de mucha emoción o malestar, será mas complicado. Ya que, como siempre te digo, en esos momentos, lo mas importante es manejar el malestar y, después, ya podrás afrontar la situación que lo ha provocado.

De ahí, la importancia de ser muy sensible a esas señales que nos da nuestro cuerpo cuando las cosas no nos gustan. Cuando empezamos a detectar signos de tensión en nosotros. Afrontar los conflictos antes de que “explotemos” nos ayudará a encontrar mejores soluciones o incluso a prevenir males mayores.

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