Cuando llegan fechas especiales, el deseo de todos es poder disfrutar reuniones familiares en paz. Vivirlas así puede parecer algo obvio. Pero, la realidad es que, aunque se trate de momentos de mucha alegría, diversión y reencuentro, también pueden serlo de tensión.
Las diferencias personales, las emociones no expresadas y la ausencia de seres queridos pueden hacer que estos encuentros sean desafiantes.
Sin embargo, con estrategias adecuadas es posible transformar estos encuentros en momentos en los que realmente se refuercen y fortalezcan los lazos familiares. Haciendo de ellos, experiencias muy positivas.
Las expectativas que se crean en torno a estas reuniones familiares pueden hacer que idealicemos estas situaciones. Incluso que pretendamos que sean espacios perfectos en los que, como por arte de magia, reine la paz y la felicidad, todos estemos de acuerdo en todo, sonriamos y brindemos como si de una postal se tratase.
Sin lugar a dudas, estas expectativas nos llevarán a una profunda decepción.
La realidad es que el foco no tiene que estar ni en la perfección del momento ni en las diferencias o ausencias que haya. El foco debe estar en crear momentos en la memoria que enriquezcan nuestra historia familiar.
Para lograrlo, hay una serie de elementos que te ayudarán a prepararte para esos momentos de paz.
Dichos elementos son la empatía, el respeto, la comunicación y la gestión emocional.
Te animo a seguir leyendo. A continuación, vas a poder conocer un poco más a cada uno de ellos. Y, además, compartiré algunas estrategias para que puedas ir practicándolos desde hoy mismo.
Los 4 elementos y sus estrategias para disfrutar reuniones familiares en paz
1.- Empatía
La empatía es esa habilidad de la que he hablado largo y tendido y que nos ayuda a ponernos en el lugar del otro.
Una habilidad que nos ayuda a entender la perspectiva desde la que piensan, sienten y se comportan los demás. Un acto consciente y voluntario que nos conecta unos con otros. Ya que, gracias a ella, nos podemos poner en la situación de otra persona, con sus circunstancias, sus pensamientos y su perspectiva. Para decirle, sin juicio ni proyección de nuestros filtros, que estamos a su lado.
Es ahí donde aparece la verdadera grandeza de la empatía. En estar, sin juzgar. Pero, al mismo tiempo, es ahí también donde se encierra su mayor dificultad.
En un entorno familiar, cultivar la empatía implica aceptar y entender que, aunque seamos familia, somos diferentes. Tenemos experiencias, creencias y maneras de gestionar las situaciones que no tienen por qué coincidir.
En los encuentros familiares es muy fácil caer en juicios rápidos. Puesto que conocemos la historia previa de la otra persona. Y eso nos puede llevar a enjuiciarla.
Si quieres cambiar esto, te animo a que, antes de cada reunión, reflexiones y piensen sobre cada una de las personas con las que te vas a reunir. Y te preguntes, ¿qué desafíos puede estar enfrentando en este momento o qué necesidades son las que pueden estar detrás de su comportamiento?
Quizás eche de menos a alguien que ya no está entre vosotros y no sepa cómo comportarse. O puede que haya tenido una discusión o problema de trabajo esa misma mañana y esté mas nervioso por ello.
Empatizar con alguien no quiere decir ni que se tengan que justificar sus comportamientos ni que tengas que estar de acuerdo con ellos. Pero entender desde qué lugar emocional y por qué las personas hacen lo que hacen puede ayudarte a comprenderlo. Y, desde luego, desactiva momentos de conflicto antes de que escalen.
2.- Respeto
En las familias, tener diferentes opiniones es algo inevitable. Somos familia, sí. Pero, como te decía en el punto anterior, somos seres independientes. Por eso, es natural que no tengamos necesariamente la misma opinión sobre determinados temas.
La política, la religión, la forma de crianza de los hijos son clásicos que, si no se manejan de manera adecuada, pueden llevar a situaciones realmente desagradables.
Respetar al otro implica aceptarle tal y como es. Con sus virtudes y defectos, con sus luces y sus sombras, sin pretender adoctrinarle ni conseguir que cambie su manera de pensar o de actuar. Y esto implica, también, ser tolerante y aprender a convivir con opiniones que no necesariamente compartimos.
Hablar de respeto es hablar de límites.
Por esa razón, una buena estrategia puede ser acordar de antemano evitar abordar temas que puedan ser motivo de conflicto. Y dirigir las conversaciones hacia recuerdos compartidos o temas que puedan ser interesantes para todos los que estáis reunidos.
Pero si eso no es posible, porque ya se sabe de antemano que hay personas que no pueden evitar hacerlo, elude la necesidad de tener razón. No entres en debates ni, por supuesto, en intentar convencer a la otra persona. Desde ahora mismo, te digo que es una batalla perdida. Limítate a aceptar las diferencias entre vosotros con frases como “es interesante tu punto de vista” o “aunque no lo comparto, respeto lo que piensas”.
Esto ayudará a evitar discusiones y a fomentar un ambiente más relajado.
3.- Comunicación consciente
Cuando hablo de comunicación consciente me refiero a practicar la escucha activa y la asertividad.
La forma en la que nos comunicamos puede acercarnos o, todo lo contrario, generar tensiones y situaciones conflictivas innecesarias.
Una comunicación efectiva y consciente puede prevenir malos entendidos y fomentar espacios de escucha y conexión.
Cuando decidimos escuchar activamente al otro, le estamos diciendo que es importante para nosotros, que le prestamos atención y que estamos ahí para él. Lo que te permitirá escuchar, no solo lo que dice, sino también como lo dice.
Pero escuchar activamente no es fácil. Mucho menos, en estos contextos de reuniones familiares. Porque implica algunos comportamientos que pueden suponer un verdadero desafío. Como puede ser no interrumpir, no juzgar y no estar esperando que el otro termine para poder decir nosotros lo que opinamos o lo que haríamos en su situación.
Si quieres empezar a practicar desde ya puedes hacerlo. Aquí tienes el enlace a un articulo tienes algunos consejos prácticos para conseguirlo.
Pero no solo es necesario escuchar. También debes aprender a comunicarte y comunicar lo que quieres de manera clara y sencilla. De manera asertiva.
Aunque sea tu familia, es posible que tengas que decir no en algún momento. O que debas expresar tu desacuerdo acerca de algún tema. Si ese es el caso, recuerda usar los mensajes en tono de «yo» para evitar que tu interlocutor se pudiera sentir atacado.
Es mejor decir “me siento incómodo cuando hablamos de estos temas tan polémicos y conflictivos” que decir, “siempre hablas de temas conflictivos”.
¿Ves la diferencia? En el primero hablamos de cómo nos sentimos nosotros. Mientras que, en el segundo, de alguna manera, juzgamos y culpamos a la otra persona de lo que está pasando.
Ser asertivo no implica que el otro te haga caso. Pero, es una herramienta clave para poder expresar tus necesidades desde el respeto. Tanto hacia el otro como hacia ti mismo.
4.- Gestión emocional
En último lugar, te hablo del manejo de las emociones.
Los encuentros familiares pueden hacer brotar emociones y sentimientos intensos como la tristeza, el enfado o la ansiedad. Una gestión emocional adecuada te ayudará a responder en lugar de reaccionar impulsivamente. Y evitará que hagas, o digas, algo de que te puedas arrepentir.
Para ello, lo mas importante es que tú mismo seas consciente de lo que sientes. Tal vez estés triste porque eches de menos a algún familiar que ya no esté. O te sientas frustrado porque nadie se ha ofrecido a ayudarte con los preparativos.
Sea lo que sea lo que sientes, debes ser consciente de ello, reconocerlo y poner en práctica las técnicas de regulación emocional que mejor te vayan para controlar esas emociones. Para luego, si es necesario, expresarte y comunicarlo.
Si la cosa se pone muy tensa, o te sientes sobrepasado emocionalmente, no dudes en tomarte un momento para calmarte. Puedes decir, “necesito unos minutos, vuelvo enseguida”. Salir de la situación durante un ratito te ayudará a serenarte y volver a la reunión de forma mas calmada.
Recuerda que gestionar las emociones no significa reprimirlas, sino manejarlas de forma constructiva.
Es natural que si faltan familiares te sientas triste o nostálgico. Permítetelo. No te juzgues por ello, habla sobre cómo te estás sintiendo y busca el apoyo entre tus familiares.
Al fin y al cabo, como te decía al principio, no se trata de hacer un encuentro perfecto. Sino de crear momentos verdaderos y reforzar la unión entre las familias. Y, para eso, no hay nada que nos conecte más que las emociones.
Espero que, con estas estrategias logres vivir y, sobre todo, disfrutar reuniones familiares en paz. Te animo a ponerlas en práctica desde ahora. Y, ya sabes, que puedes dejarme un comentario con tus dudas, experiencias y sugerencias sobre este tema. ¡Me encantará leerte!
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