Todos sabemos lo que es el engaño. Ya lo decía House, “todo el mundo miente, la única variable es el por qué lo hacen”.

Con esta frase del famoso médico de la serie House, quiero comenzar esta entrada. Porque, la realidad es que, hasta la persona más honesta que conozcas, ha mentido o engañado en algún momento.

Ahora bien, mentir y engañar, aunque tendemos a usarlos como sinónimos, en realidad, no lo son. Entre otras cosas porque, mientras que la mentira puede ser voluntaria o involuntaria, el engaño, siempre se hace de forma intencionada y voluntariosa.

Engañar implica ocultar o manipular la información con el fin de crear en los otros una creencia que el propio comunicador considera falsa.

Es decir, engañar es comunicar o afirmar algo que se sabe que no es cierto, con el fin de influir o manipular en otra persona. Y mentir es una forma de hacerlo, por eso, hablaré de mentira y engaño de forma indiscriminada durante esta entrada

Según esta definición, estaríamos diciendo que cuando engañamos siempre lo hacemos a otra persona. Sin embargo, esto no es así. Ya que, también, nos podemos engañar a nosotros mismos. De hecho, yo comparto la misma visión que House: todo el mundo miente y todo el mundo se miente.

Bueno, todos no, hay estudios que dicen que los niños menores de dos años nunca mienten. Y que los que más tienden a mentir son los adolescentes.

¿Cuáles son las causas que producen el engaño?

Los motivos, las formas y la relevancia de los engaños son muy distintos. No es lo mismo decirle a una amiga que un pantalón le queda perfecto (aunque a ti no te guste) que ser infiel a tu pareja y negarlo rotundamente.

Cuando mentimos, podemos hacerlo por omisión. Es decir, cuando no contamos algo de manera intencional.

O por comisión, cuando contamos algo distinto a lo que realmente ha sucedido. Por ejemplo, cuando decimos que hemos estado en un lugar y, realmente, hemos estado en otro bien distinto.

Es decir, podemos mentir y engañar declarando directamente algo o callándonoslo.

Y, ¿por qué lo hacemos?

Mentir para evitar problemas o conflictos

Son muchas las personas que, en algunos casos, tienden a huir, o evitar los conflictos, por el gran estrés que éstos le supone. Carecen de habilidades para manejar estas situaciones y prefieren usar la mentira para no tener que enfrentarlas.

Para reforzar nuestra autoestima

Sí, podemos mentir o engañar para mantener nuestra autoestima. Y, entonces, hacemos creer a alguien que podemos hacer algo o que nosotros no nos equivocamos. En este caso, lo que queremos es no decepcionar o decepcionarnos a nosotros mismos. Y, por eso, recurrimos al engaño para no tener que asumir una realidad o una visión de nosotros mismos que no nos gusta.

Por vergüenza

A veces, nos avergüenzan nuestras propias conductas y entonces, negamos que las tenemos. Nos avergüenza comer en exceso o fumar. Incluso, sentirnos vulnerables puede resultarnos vergonzoso. Y, entonces, lo negamos.

Mentir por «presión del grupo»

En el caso de los adolescentes que, como os decía antes, suele ser el grupo que más miente, también lo hacen para preservar su propia autonomía, por llamar la atención, evitar un castigo o por la propia presión del grupo. Si te interesa este tema, puedes echar un vistazo a la publicación en la que hablo concretamente de la mentira en el adolescente.

Para manipular

Y también, por supuesto, existen personas que mienten, o engañan, para poder manipular a las personas con las que interactúan. Manipulan para satisfacer sus propios deseos, aun en perjuicio del otro.

En decir, en líneas generales, solemos mentir o engañar para obtener algo que queremos, protegernos o proteger y para dañar a los demás.

Entonces, si uno de los motivos por los que mentimos o engañamos es el de protegernos a nosotros mismos o a las personas que queremos… podríamos pensar que engañar o mentir no es siempre algo negativo, ¿verdad?

Pues, sobre este tema, existe mucha controversia. Puesto que, aunque la persona que decide mentir lo haga por proteger al otro, la realidad es que, mentir entraña un riesgo. Ya que, la persona a la que engañamos o mentimos no está teniendo el derecho a decidir si prefiere esa “mentira piadosa” o la verdad.

Por lo tanto, yo no me atrevo a decir de forma categórica si las mentiras son «buenas o malas». Todo depende de la circunstancia, el motivo y el tipo de mentira.

Desde el punto de vista psicológico, la mentira puede ser un mecanismo de defensa. Y, en este caso, el reto estaría en entender el motivo que lleva a esa persona a engañar o mentir y dotarle de las herramientas que necesita para que encuentre una manera más funcional de afrontar las situaciones.

¿Cómo reaccionamos a la mentira o el engaño?

La mayoría de nosotros solemos reaccionar con rabia, impotencia, enfado o frustración. La realidad es que a nadie nos gusta que nos mientan.

Cuando nos engañan, o nos mienten, nos sentimos traicionados y se genera en nosotros una gran desconfianza hacia la persona que lo ha hecho.

Pero no solo hacia esa persona. La rabia y frustración también la podemos sentir hacia nosotros mismos por el simple hecho de haber caído en esa trampa sin habernos dado cuenta.

La culpa es otra de las emociones que entran en juego cuando nos engañan o nos mienten. Y, también, cuando descubrimos nuestros propios autoengaños. He hablado con muchas mujeres que se sentían culpables al haber sido engañadas por sus parejas. O, incluso, siendo las víctimas de situaciones de maltrato.

Entonces, ¿cuál es la emoción que nos ayuda a gestionar la mentira y el engaño?

La emoción que nos ayuda a gestionar la mentira, los engaños y las injusticias es la rabia. Esa rabia serena que se expresa diciendo «así no y así sí».

Si te han engañado, o te han mentido, se está cometiendo una injusticia. Por lo que tienes el derecho a expresarlo y lo puedes hacer diciendo, simplemente, lo que no quieres o lo que no vas a permitir. Y, en este caso, tan solo te estarías desahogando. O bien, puedes hacerlo añadiendo lo que sí que quieres que pase o lo que aceptarías. Y, de esta manera, estarías marcando tus propios límites.

En definitiva, se trata de un tema complejo que cuesta no solo comprender sino también gestionar de forma adecuada. Ya sabes que si sientes confusión o te has visto en una situación de engaño de la que te está resultando difícil salir, no dudes en contactar conmigo. He trabajado mucho las emociones que intervienen y estoy segura de que podré ayudarte en este momento complicado.

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