A estas alturas, nadie cuestiona el valor de la amistad. Tener amigos es realmente importante para nosotros. Seguro que has escuchado en alguna ocasión esta la expresión, «quien tiene un amigo tiene un tesoro». Aunque pueda sonar exagerada, esta frase es toda una realidad. Ya que, junto con la familia y la pareja, es una de las relaciones afectivas más significativas que tenemos y aportan innumerables beneficios a nuestra salud mental.
Se dice también que los amigos son esa familia que elegimos. Y es que, desde que somos muy pequeños, los amigos tienen un papel fundamental en nuestra vida.
Ya en la adolescencia, nuestros amigos nos ayudan a lidiar con la infinidad de cambios y conflictos a los que nos enfrentamos. Junto a ellos definimos nuestra identidad y juegan un papel importante colaborando a fijar nuestros intereses y reforzar nuestra personalidad. Si te interesa este tema te invito a leer mi artículo La importancia del grupo en la Adolescencia.
En las relaciones de amistad se practican, y alimentan, valores como la lealtad, la sinceridad y el compromiso. Lo que crea, en nosotros, un fuerte sentido de pertenencia al grupo.
Con los amigos compartimos las primeras cervezas, los primeros amores, las primeras rupturas, los primeros trabajos y también los despidos. Porque, como suele decirse, los verdaderos amigos están a las duras y las maduras.
Sin embargo, no todas las personas con las que tenemos un trato, mas o menos asiduo son nuestros amigos, ni todos los que dicen serlo realmente lo son. ¿A quién no le suena eso de que «los verdaderos amigos se cuentan con los dedos de una mano”? Sin duda, otra interesante frase vinculada a la amistad.
Y es que, a medida que crecemos y nos convertimos en adultos, nuestro circulo de amigos se va estrechando. Y muchos de los que nos han acompañado en las primeras etapas desaparecen. A veces, esa desaparición está motivada por los cambios y movimientos que nos depara nuestra vida. Otra, porque, aprendemos a evaluar y valorar el lugar que ocupan en ella.
Cuando hablo de amistad, en mi consulta de Psicología y Coaching, tanto con adolescentes como con adultos, siempre les explico que la amistad está vinculada a la emoción amor. Y que tiene que tener una serie de ingredientes, que no pueden faltar, si queremos que esa amistad sea lo las duradera posible. Y fíjate que digo lo mas duradera posible y no para siempre. Porque, en la amistad, como en el amor, nuestros actos son determinantes.
Dónde está el valor de la amistad
Como punto de partida para explicar qué aporta y cuál es el valor que tiene la verdadera amistad, te diré que tenemos que dedicarle tiempo para que se desarrolle y perdure.
Comprobarás que el inmenso valor recibido compensa cualquier esfuerzo y dedicación que implique. Y, estos que indico a continuación, son algunos de los «ingredientes» que debe tener una buena amistad.
#1 – Respeto y seguridad
Con los amigos debemos sentirnos seguros y respetados. Es decir, poder ser nosotros mismos sin sentir que tenemos que estar a la defensiva.
#2 – Desarrollo
Los amigos nos ayudan en la toma de decisiones, pudiendo llegar a influir, positivamente sobre ellas. Un amigo siempre suma. Y ese es el motivo por el que nos hace avanzar y mejorar.
#3 – Justicia y equidad
Un amigo no debería mentirnos ni manipularnos. Las relaciones de amistad deben ser relaciones sanas y saludables. Que nos aporten energía, fuerza y vitalidad.
#4 – Mejoran nuestra autoestima
Los verdaderos amigos nos hacen crecer, acompañándonos en nuestro camino y ayudándonos a reconocernos y valorarnos por quienes somos. Con nuestras luces y nuestras sombras. No nos intentan cambiar y nos ayudan a aceptarnos a nosotros mismos igual que ellos lo hacen. Nos hacen sentirnos parte de algo. Por lo que crean para nosotros un espacio seguro de apoyo y motivación en el que la generosidad, la solidaridad y la gratitud siempre están presentes.
Es posible que en este momento estés pensando que tienes muchos amigos. Y, aunque no todos cumplen con todos los ingredientes, no por ello vas a dejar de considerarlos así.
La verdad es que un amigo que cumpla con todas estas premisas tiene que ser alguien muy cercano a ti. Y no todas las personas que nos rodean pueden, o quieren cumplir con ellas. Sin embargo, para poder tener el calificativo de “amigo” deben hacernos sentir, como mínimo, respetados y seguros.
Ojo, son ellos, con sus actos, los que tienen que hacernos sentir así. Cuando nosotros nos empeñamos en colocar a alguien en un lugar que no le corresponde, porque no lo demuestra, porque nuestra implicación no es reciproca o porque sus actos no producen en nosotros nada de lo que os he comentado anteriormente, lo normal es que nos sintamos decepcionados o frustrados con ellos. Y en este caso, no son ellos los culpables sino nosotros. Por empeñarnos a pedirles algo que, o no quieren o, no nos pueden dar.
No todas las personas que conocemos pueden ser nuestros amigos. No podemos desnudarnos ante todas. Hay personas perfectas para ir de cañas después de trabajar y pasar un rato distendido. Y otras que están para contarles nuestras intimidades. En ambos casos ,es perfecto que sea así y que estén en tu vida. Si evalúas a cada persona por sus actos y no por tus expectativas, te evitarás bastantes decepciones.
No quiero despedirme sin decirte que la amistad siempre tiene que ser reciproca. Igual que te digo que tus amigos, para estar dentro de tu circulo de pertenencia, deben cumplir con los requisitos ( o ingredientes) arriba mencionados. Tú, para estar en el de ellos, debes hacerles sentir lo mismo. De lo contrario, tienen todo el derecho del mundo a salirte de él.
Recuerda simplemente que si sabes ser un buen amigo, tendrás grandes amigos a tu lado.
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