Si algo tengo que agradecerle a este difícil, imprevisible e, incluso fastidioso 2020, es que ha sido un «gran año» para el crecimiento personal.

Por fin. Sí, por fin llegamos a final de año.

Desde luego, no se puede decir que no haya sido un año vivido y sentido. Que se ha colado en nuestras vidas, poniéndolo todo patas arriba sin previo aviso y sin posibilidad de escape.

Recuerdo que, en enero, yo decía que iba a ser un año redondo, por eso de la tontería del «20» «20». Pues no… redondo, redondo no ha sido, precisamente.

Digamos que, para mí, ha sido un “año montaña rusa con varios loopings”.

Afortunadamente, no he perdido a ningún familiar cercano a causa de la COVID. Doy gracias por ello. Pero quitando eso, he pasado por un sin fin de situaciones. Que, sin duda y como mínimo, me han puesto las cosas complicadas. Con infección y contagio incluidos.

Sin embargo, a día de hoy estoy preparada para mirar este año con perspectiva y distancia. Para poder cerrarlo y despedirme de él sin rencor ni rabia. Y darlo por concluido como un año que me ha mostrado mis luces y mis sombras. Y al que le digo adiós con mucha positividad.

He sido «mi mejor cliente». Porque, me he tenido que aplicar, personalmente y a mi vida, las herramientas de las que dispongo para poder salir yo misma adelante Y, al mismo tiempo, ser capaz de ayudar a los que me rodeaban. No siempre he sido disciplinada. Pero, en mi defensa, tengo que decir que en ningún momento me he permitido tirar la toalla y siempre he mantenido la ilusión.

Por eso, hoy que ya estamos a las puertas del cambio de año, voy a aprovechar esta publicación para compartir esos aprendizajes que yo he vivido a lo largo de los últimos meses.

Los aprendizajes de 2020 que me han ayudado en mi crecimiento personal

#1.- Como dice Victor Küppers, “nunca pierdas tu ánimo”. Durante estos meses me he permitido estar triste, contenta, enfadada, frustrada, asustada. Pero, en todo momento, he intentando mantener el ánimo positivo. Y, sí, me he rendido muchas veces a la evidencia pero, en ningún momento, me he resignado.

#2.- Gestionar mis emociones, aceptándolas y permitiéndomelas. Lo que me ha ayudado a liberarme de ellas mucho más rápido. En este punto, hago un guiño hacia mi amiga y compañera Laura Croas. Porque… “a lo que te resistes, persiste”.

#3.- Fuera el rol de víctima. El papel de víctima es muy cómodo en algunos momentos. Porque nos da la posibilidad de quejarnos sin tener que hacer nada por nuestra parte para cambiar la situación. Pero, ahora más que nunca, la palabra responsabilidad tiene que brillar sobre nuestras cabezas. Responsabilízate de tu vida, de tus decisiones y de las consecuencias de las mismas. Porque no estás solo. Pero, si cada uno de nosotros hiciésemos eso, todo iría mucho mejor.

#4.- Ábrete al cambio. Las cosas han cambiado y eso no tiene por qué ser malo, solo es diferente. Cuanto antes te adaptes a ello, antes podrás encontrar soluciones a los diferentes problemas que se te presenten. Te sugiero enfocarte en la solución y no en el problema.

#5.- Suelta, confía y avanza. Tal vez, estas sean las palabras que más me he repetido en estos meses. Cuando veía que, poco a poco, se iban cayendo los planes que tenia previstos o cuando las cosas no salían como yo me había imaginado. Poco a poco, fui aprendiendo a ser más flexible en mis pensamientos y mis comportamientos. Lo que me ha permitido “disfrutar” un poco mas de las cosas bonitas que me han pasado. Que también ha habido… ¡claro que sí!

 

Y con estas pautas en la mente además de con las huellas que el COVID nos ha dejado (y sigue dejando) en cada uno de nosotros, «me despido». Me despido de todo lo que hemos perdido durante estos meses. Y recordándote que me tienes aquí para ayudarte, en lo que puedas necesitar, desde mi perspectiva de psicóloga y coach.

Me despido con este poema dedicado a todos los que seguimos adelante:

Seguir adelante

Puedes llorar porque se ha ido

o reír porque ha vivido.

 

Puedes cerrar los ojos y rezar para que vuelva

o puedes abrirlos y ver todo lo que ha dejado.

 

Tu corazón puede estar vacío porque no lo puedes ver

o puede estar lleno del amor que compartiste.

 

Puedes llorar, cerrar tu mente, sentir el vacío

o puedes hacer lo que le gustaría a esa persona:

sonreír, abrir los ojos, amar y seguir adelante.

(Autor desconocido)

 

Etiquetado como:
| | |

Llévate GRATIS la Guía “5 Pasos para Sobrevivir a un Mal Día”

Con unas propuestas sencillas, fáciles y 100% practicas.
¡Perfectas para superar incluso el peor día del año!