El amor verdadero es una de las emociones que más buscamos y deseamos. Pero, también, una de las que menos entendemos. Porque solemos confundirlo con muchas cosas que no son amor.

Más allá de romanticismos, el amor verdadero no es esa media naranja con la que soñamos y que esperamos que aparezca un día para resolver nuestros problemas y hacernos sentir completos.

El amor verdadero, tampoco es una persona en concreto. Es una emoción usada en el momento adecuado con la o las personas adecuadas. Ya sean amigos, parejas, familiares o incluso nosotros mismos. Porque no podemos empeñarnos en amar a otros y no querer hacerlo con nosotros mismos.

Entonces… ¿realmente existe el amor?

Sí. Definitivamente, sí. El amor verdadero existe, aunque no como lo estás pensando en este momento.

El amor verdadero. Lo que sí es

Para saber realmente qué es el amor, tenemos que pensar en su finalidad. La finalidad del amor es la creación de un espacio seguro. Un espacio en el que podamos ser nosotros mismos, con independencia y libertad. Y que requiere de motivación y entrega para cumplir y comprometerse.

El amor verdadero, es una emoción que aparece cuando estás rodeado de personas con las que puedes compartir tus intimidades. Porque con ellas no te sientes juzgado. Sabes que te apoyan, te ayudan y te cuidan. Con ellas no tienes que disimular ni fingir. Y, sobre todo, no te tienes que sacrificar. Porque, en contra de lo que se nos ha dicho, el amor no es sacrificio ni crea hipotecas que luego tengas que devolver.

El amor es una emoción que se tiene que nutrir a diario y a la que hay que dedicarle espacio y tiempo.

El psicólogo y profesor de la Universidad de Yale, Robert Stenberg, definía el amor como un conjunto de sentimientos, emociones y valores que se encuentran presentes en una relación y que se componen de tres elementos fundamentales: la intimidad, la pasión y el compromiso.

  • Intimidad, como conexión, aceptación y confianza hacia el otro.
  • Pasión vinculada no solo al deseo físico y sexual, sino a la que se expresa a través de la admiración. Porque no podemos amar si no admiramos antes al ser amado.
  • Compromiso, como esa decisión autentica de querer construir un proyecto con la otra persona, crear un «nosotros».

Y, si esto es así, ¿dónde quedan las definiciones y actos de amor que vemos en las películas y leemos en los libros?

Lo que (digan lo que digan) no es amor

Mas allá del componente biológico que tiene lugar en las primeras etapas de enamoramiento, en las que la liberación de serotonina, dopamina y oxitocina te hacen estar de “subidón”, el amor verdadero de manifiesta de forma serena y tranquila.

Y si todo esto es el amor, entonces, ¿qué no es amor?

Sin duda, la dependencia emocional. Es decir, la fuerte necesidad de estar siempre en contacto con el otro, de forma que, tu bienestar y felicidad dependan de eso. Esto no es amor, es una adicción a una persona.

Los celos y el control, tampoco son un acto de amor. Son fruto de la inseguridad de la persona que los siente, que no creyéndose suficiente, intenta, a través del control hacia la otra persona, encontrar esa seguridad de la que carece.

Ni la posesión. Eso no es amor. No pertenecemos a nadie, somos seres libres e independientes, sin dueño, o en todo caso, dueños de nosotros mismos. Pensar que esa persona a la que queremos nos pertenece es totalmente insano y dañino y definitivamente, no es amor.

Aprender a identificar el amor verdadero

Llegados a este punto la cuestión es, ¿cómo saber si mi amor es verdadero? Estas son algunas claves que te ayudarán a diferenciar un amor verdadero de uno tóxico.

El amor tóxico cae en chantajes y manipulaciones como una forma de obtener aquello que quiere. Mientras que el verdadero te dará espacio e independencia para decidir libremente.

El amor tóxico se obsesiona, haciéndote creer que eres el origen, tanto de su extrema felicidad como de todas sus desgracias. Mientras que el verdadero reconoce la identidad separada de cada uno y se responsabiliza de su propia felicidad.

              «La paradoja del amor es, ser uno mismo sin dejar de ser dos«

(Erich Fromm)

El amor tóxico limita. Limita los contactos, las relaciones, las oportunidades y las experiencias. Mientras que el verdadero expande y te hace expandirte.

Además, el amor tóxico se basa en expectativas y es por tanto poco realista. Por lo que genera una tremenda frustración. El verdadero en cambio se nutre con realidades y evalúa la relación en cada momento. En el amor verdadero hay momentos en los que das, pero también en los que recibes y además, lo haces de manera justa y equilibrada. Y, como insisto frecuentemente, en mi consulta de Psicología y Coaching: ninguno es más que otro ni se entrega más que el otro.

El control, no es amor

Los insultos, no son amor

La manipulación, no es amor

El aislamiento, no es amor

La limitación, no es amor

La humillación, no es amor

La agresión, no es amor

La coacción, no es amor

Los celos, no son amor

Amor es respeto, tolerancia e igualdad.

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