La adolescencia es una etapa de la vida muy complicada. De hecho, puede que sea de los periodos más difíciles por los que pasamos los seres humanos.
Dura aproximadamente cinco años y es como una mala gripe: hay que pasarla. No se puede evitar. Todos, absolutamente todos, pasamos por ella, y lamento comunicarte que tu hijo es uno de ellos.
Durante este tiempo, es bastante probable que la relación con el adolescente cambie y tenemos que estar preparados para ello. Porque, no podemos evitar que crezcan y, por tanto, que se produzcan cambios significativos en ellos.
La verdad, es complicado vivir con un adolescente en casa. No lo vamos a negar. Tu hijo ha pasado de ser un niño, o niña, encantador a convertirse en una persona que no se entiende y a la que no entiendes. Durante estos años, están experimentando una serie de cambios personales, emocionales, hormonales, sociales, sexuales… que les afectan y les ayudarán a definirse como personas independientes.
¿Y nosotros?
Los padres pasamos de ser su referente a sus entrenadores. Somos las personas que debemos contenerles y prepararlos para manejarse en la vida. Tenemos que hacer todo posible por sacar de ellos lo mejor que tienen para que desarrollen sus cualidades y habilidades. Darles las herramientas para enfrentarse al mundo y hacerlo desde el amor y la autoridad.
El amor, porque todos necesitamos que nos quieran. Necesitamos tener vínculos con las personas que nos rodean. Y, sobre todo, con nuestras figuras de apego. Porque estos vínculos son los que nos ayudan a relacionarnos.
Y la autoridad, porque es la manera en la que aprendemos a saber lo que nos conviene y lo que no. Las normas y los limites nos dicen hacia donde tenemos que dirigirnos y nos dan seguridad.
Y en esas dos direcciones tenemos que movernos con el adolescente. Debemos darles amor y debemos ser una figura de autoridad para ellos.
Yo soy madre de una adolescente, creo que ya lo he comentado en alguna ocasión. Y, aunque siempre digo que la personalidad de mi hija hace que sea “relativamente fácil” acompañarla en este proceso, no voy a negar que he (hemos) tenido que poner en práctica muchas cosas diferentes. Unas han dado resultado y otras no. Y unas han servido durante una temporada y luego dejaron de funcionar. Pero, tanto a nivel personal como profesional, creo que hay cinco que son las que más funcionan.
Te las explico a continuación.
5 claves para mejorar la relación con el adolescente
1.- La comunicación es la llave maestra
Aprender a comunicarte con tu hijo es la llave que te abre o cierra las puertas. Y no me refiero a las puertas de su habitación, que desde que cumplen los 13 o 14 permanecen siempre cerradas. Me refiero a que nosotros, los padres y educadores, debemos aprender a comunicarnos con ellos de una manera diferente a como lo hacíamos antes. Y, para eso, sería necesario formarnos y prepararnos de forma adecuada.
Ya no vale lo que servía anteriormente. No valen los sermones. Y no se consigue nada con interrogatorios o manipulaciones (en este post tienes herramientas concretas para comunicarse con adolescentes).
2.- Si quieres que compartan, tienes que compartir
¿Cuántas veces has recriminado al joven que tienes en casa que no te cuenta nada, que no sabes nada de su vida y que está totalmente distante?
Como psicóloga, he escuchado esta queja en boca de muchos padres. Y cuando les pregunto qué comparten ellos con sus hijos, muchas veces, la respuesta es “poca cosa” , “qué le va a importar lo que me pasa a mi si solo va a su rollo” …
En mi casa hay una premisa. No nos ocultamos las cosas. Si nos pasa algo, sea bueno o malo, lo compartimos, lo contamos y nos apoyamos. Aunque, eso sí, nos damos espacio para hacerlo cuando estemos preparados. Pero, lo hacemos. Adaptamos la información a la edad de nuestra hija, sí. Pero, haciéndola partícipe de nuestra vida. Le explicamos las cosas de manera que las pueda entender, sin que le suponga un problema, pero hablando con ella. Solo así, ella sabe que la tenemos en cuenta y que respetamos y valoramos su opinión.
3.- Empatía, empatía y empatía
Tú has sido adolescente, y tus hijos lo son ahora. Puede que no te acuerdes de muchas cosas porque ya hace tiempo de aquello, pero has pasado por ello. Por lo tanto, tienes en ti la posibilidad de empatizar y entender lo que ellos están viviendo. Y también de recordar cómo te molestaba que tus padres tuviesen la respuesta a todo lo que tú les decías y te dijesen lo que tenías que hacer.
Por eso, y porque sabes qué está ocurriendo en su interior, tu labor es escucharles y luego volver a tu posición de adulto. Para dejar que sean ellos los que busquen la solución.
4.- Estar presente y sentirle
Los adolescentes no dicen cómo se sienten. Ellos dicen lo que piensan y somos nosotros los que tenemos que aprender a leer qué emoción hay detrás. Los adultos, debemos tener la suficiente inteligencia emocional como para poder entender esas emociones que están, pero que no verbalizan.
Para mí, como psicóloga de adolescentes y como madre me ayuda mucho estar muy presente. Tanto mis pacientes adolescentes como mi hija saben y sienten que ESTOY presente en sus vidas para cuando ellos quieran. Aún cuando me verbalicen que no lo haga, yo estoy ahí, mas cerca o mas lejos. Pero, estoy.
5.- No te lo tomes como algo personal
Esta clave, aunque la he puesto en último lugar, es sumamente importante. Porque es la que hace que el adulto interprete las situaciones del adolescente de peor manera. Si piensas que las cosas que hace el joven forman parte de un ataque personal hacia tu persona, vas a entrar al trapo en todas y cada una de sus provocaciones. Y, de antemano te digo que, eso es agotador.
Sin embargo, si entiendes que sus comportamientos son solo el reflejo del proceso evolutivo por el que está pasando y que, unas veces en forma de rebeldía y otras con más sutileza, lo que hacen obedece a que se están buscando como personas y están creando y definiendo su identidad, podrás tener la serenidad y paciencia para transitar por esta etapa. Y así podrás elegir las batallas que quieras lidiar con ellos y te será más fácil sostenerles para que no se caigan.
Antes de despedirme te vuelvo a recordar lo que ya dije al principio: relacionarse con un adolescente no es tarea fácil. Pero si se tienen en cuenta esas cinco claves que he compartido verás como mejora esa relación. Por supuesto, no dudes en consultarme si ves que lograrlo se hace más complicado de lo previsto o si ves que los resultados no llegan.
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Gracias Laura… Cómo siempre, sigues dando luz en mi camino.
Un abrazo fuerte
Inma