Cuando hablamos de qué es la humildad y cómo son las personas humildes, ¿a qué nos referimos realmente? ¿A un valor, una actitud, un rasgo de la personalidad, una virtud de la persona que la posee? ¿O, a otra cosa?

Etimológicamente, humildad proviene de la palabra «humus», que quiere decir fértil, tierra. Ya que el humus fertiliza y hace crecer la tierra.

Así mismo, está definida como «el conocimiento de las propias limitaciones y debilidades y obrar de acuerdo con ese conocimiento».

La humildad es justo lo contrario de la soberbia. Pero, también, es lo contrario a la modestia. Porque la humildad es verte al mismo nivel que los demás. Ni por debajo, ni por supuesto, por encima de ti. 

Desde la humildad, da igual la persona con la que interactúes, su nivel cultural, su raza, género o estatus. Ves a la persona, aprendes de ella y creces con ella. Porque, sin duda, ese es, para mí, el verdadero valor de la humildad. La posibilidad de aprender de todo y de todos. Y eso es algo que te pierdes si te colocas por encima de los demás, pensando que sabes de todo y que nadie puede enseñarte nada. O si, por el contrario, te colocas por debajo, creyendo que no tienes capacidad para llegar a ser como esa persona que admiras.

Cómo son las personas humildes

Las personas humildes son aquellas que quieren crecer y mejorar. Que reconocen que no lo saben todo. Las que saben decir “esto no lo sé”. Y agradecen y son agradecidos.

Las personas humildes escuchan al otro, lo respetan, no imponen su criterio y no tienen problema en reconocer que se han equivocado. Pero, tampoco, se vanaglorian de sus éxitos, no presumen de ellos, aunque sí que se los reconocen.

Y este es un punto interesante sobre el que me quiero parar unos momentos.

Como te decía, una de las definiciones de humildad, es el conocimiento de las limitaciones y debilidades y obrar de acuerdo con ese conocimiento.

Entonces, ¿qué quiere decir esto?

Esto significa que tenemos que saber «qué» es aquello que tenemos que mejorar. Eso sobre lo que tenemos que incidir para crecer y aprender. Como el humus a la tierra, la humildad nos proporciona a las personas la oportunidad de crecer y mejorar. De convertirnos en algo más grande.

Pero, conocer nuestras limitaciones no está reñido con saber nuestras fortalezas. Una cosa no excluye la otra. Simplemente se complementan.

Puedes saber que tienes que mejorar en algo y rodearte de los mejores para aprenderlo, trabajarlo y dedicar tiempo para conseguirlo. Y, también, puedes saber que eres bueno en otra cosa. Esto te hará más completo, te ayudará a sentirte más seguro y reforzará tu autoestima.

Porque, el mayor problema de las personas que no practican la humildad es que, de una u otra manera, se sienten inseguros.  Ya sea desde la soberbia o desde la modestia, la comparación con los demás les hace colocarse por encima o por debajo. Y ambas son dos caras de la misma moneda.

Por eso, es tan importante practicar la humildad. Porque, la humildad te hace más feliz y exitoso.

Solo, piensa por un momento. ¿Quién llegará antes a conseguir sus objetivos? ¿El que reconoce que tiene que aprender y busca recursos o el que cree que lo sabe todo?

Características que definen a las personas humildes

Entre las principales características de las personas humildes se encuentran estas que me gustaría destacar.

  • Se conocen y reconocen. Saben cuales son sus fortalezas y también sus debilidades.
  • Valoran el trabajo y el esfuerzo. Tanto el suyo como el de los demás
  • Escuchan las diferentes opiniones y las toma en cuenta. Pero no las anteponen a las suyas propias
  • Se expresan con asertividad. Al reconocerse al mismo nivel que los demás, dicen lo que quieren y necesitan de forma clara y directa. Por supuesto, sin ofender y salvaguardando sus necesidades.
  • Respetan y son respetados.

¿Cómo trabajar y reforzar la humildad?

Lo primero, y más importante, para trabajar y reforzar la humildad es sanear la autoestima. Pero, para eso, antes hay hacer un ejercicio de reflexión y autodescubrimiento. Con el fin de conocernos y aceptarnos tal y como somos. A partir de ahí, hay que tener presente que solo con una buena autoestima, con una buena valoración personal, podremos actuar con humildad.

De ese modo, si te sientes seguro y confías en ti mismo, te mostrarás tal y como eres. Con tus luces y tus sombras, con tus virtudes y tus defectos. No necesitarás alardear de lo que haces o lo que tienes. Porque tú ya te reconoces como un ser completo y perfecto y no necesitas aparentar nada de nada. No vales por lo que haces, vales por lo que eres, así que no tienes que recordar constantemente a los demás todos tus logros.

A partir de aquí, puedes reforzar la humildad con los pequeños actos del día a día. Te sugiero estos:

1.- Adopta una mentalidad de crecimiento. Admite que te puedes equivocar e interioriza el error y la equivocación como parte del proceso de aprendizaje.

2.- Pide perdón y perdona. Al admitir e incorporar las equivocaciones como algo natural, podrás perdonar y aprender de esos errores cometidos.

3.- Intenta ser feliz y no tener razón. Exprésate con respeto, entendiendo que, puesto que somos diferentes, podemos tener opiniones y puntos de vista distintos. Expón tu argumento y respeta el de los demás sin intentar hacerle cambiar de idea. No vales más por tener razón. ¡No lo olvides!

4.- Muéstrate accesible y ponte al servicio de los demás. Colabora y ayuda a lo demás. Pero, no desde el servilismo, sino desde el servicio.

5.- Admira a los que ya lo hacen como a ti te gustaría. Busca referentes de humildad entre las personas de tu alrededor. Observa cómo se comportan y aprende de ello. Si quieres mejorar en algo tienes que aprenderlo. Y, qué mejor que hacerlo siguiendo el ejemplo de las personas que ya son como a ti te gustaría ser.

6.- Agradece. Agradece todo aquello, o a aquellos, que la vida te pone por delante. Muestra respeto y valora lo que los demás hacen por ti. Y demuéstralo con un gracias y una bonita sonrisa.

Aprender a reforzar nuestra propia la humildad te ayudará a crecer como personal mucho más de lo que puedas pensar. Te animo a contactar conmigo si ves que se trata de algo que no sabes cómo trabajar o te cuesta lograr el objetivo deseado. ¡Aquí me tienes para ayudarte!

Me despido simplemente, recordando que la vida es una larga lección de humildad. Así que… ¡aprende y disfruta de ella!

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