La autoestima es algo a lo que, con más frecuencia de la que deberíamos, olvidamos darle el valor que realmente tiene.
Qué fácil es quererse y valorarse cuando las cosas van bien, ¿verdad? Cuando te gusta lo que ves y, desde fuera te refuerzan y te reconocen. También, cuando te halagan y te felicitan.
Vivimos en un mundo de sobreexposición. Un mundo en el que solo se reflejan los éxitos y que nos lanza el mensaje de que el fracaso, o no existe, o hay que evitarlo. Un mundo «hacia fuera». En el que muchas personas se afanan a diario por mostrar su mejor imagen en las redes sociales. Aunque, con los móviles apagados, se sientan vacías e inseguras.
Y, ahí está el problema. Nutrirnos solo de esa valoración externa, o compararnos con esas imágenes que aparecen en las redes, nos hace frágiles.
La autoestima. Cuál es su verdadero valor
Todos sabemos lo que es la autoestima. A nivel teórico la podemos definir de una forma sencilla como “la valoración que hacemos sobre nosotros mismos, nuestro cuerpo y nuestro carácter”.
Es decir, engloba todos los pensamientos, percepciones, evaluaciones y sentimientos que tenemos hacia nosotros mismos. Nuestra manera de ser y de comportarnos, afectando a nuestra manera de estar y de relacionarnos con los demás.
Es el filtro para regular nuestras conductas del presente y anticipar los resultados del futuro. Por lo tanto, condiciona nuestros deseos y aspiraciones. Y, en consecuencia, está íntimamente ligada a nuestros éxitos y fracasos.
De ahí que sea sumamente importante trabajar en ella.
Cuanto más positiva sea la valoración que tengas sobre ti mismo, más preparado estarás para afrontar las situaciones o conflictos que puedan llegarte. No porque tengas más recursos que otra persona que se valore peor. Sino porque, aunque a priori no los tengas, te sentirás fuerte y seguro para poder buscarlos.
Porque, tener una autoestima sana no es sinónimo de ser perfecto, en absoluto.
La persona con una «alta autoestima» no es aquella que siempre es competente y muestra conductas y habilidades positivas y adecuadas en todo momento y en todas las situaciones. Sino la que, valorándose de forma positiva, se autoacepta y se siente bien con el tipo de persona que es.
Se identifica y se acepta con sus habilidades y capacidades y también con sus limitaciones y defectos.
De hecho, la autoestima puede acrecentarse con la aceptación de las propias carencias. Ya que, esta persona va a saber cuándo esas limitaciones tienen que ser aceptada o cuando debe intentar modificarlas o superarlas. Adoptando un plan de acción que le lleve a seguir creciendo y mejorando.
De ese modo, autoaceptarte es asumir tus pensamientos, sentimientos y conductas como una manifestación de ti mismo. Sin que, por ello, suponga una aprobación incondicional. No dudes que habrá aspectos que no te gusten y que quieras cambiar o mejorar.
Cómo afectan las opiniones de los demás a nuestra autoestima
¿Te has parado a pensar cómo te afectan las opiniones de los demás?
¿Te preocupa lo que puedan pensar de ti?
¿Condiciona esto tu rendimiento?
La realidad es que sí. Somos seres sociales que nos relacionamos unos con otros. Y, por tanto, que nos influimos mútuamente. Tenemos la tendencia a opinar, criticar o enjuiciar al otro solo porque piensa, siente o actúa de una manera diferente a la nuestra.
Todos lo hacemos.
El problema aparece cuando esas opiniones, criticas o juicios, ya sean positivos o negativos, influyen tanto en nosotros que pueden llegar a cambiar la percepción sobre nosotros mismos y el entorno (si quieres saber más acerca de cómo aprender a quererte, te lo cuento en detalle en este otro artículo).
Hay que tener mucha seguridad y confianza en uno mismo, así como altas dosis de autocontrol para encajar las críticas, opiniones, juicios y comentarios poco constructivos.
Porque, la realidad es que no nos gusta ver que comentemos errores y que no somos perfectos.
Sentimos la necesidad de ser aceptados y valorados por los demás. Y, si no ocurre esto, la autoestima se resiente.
Si te has dado cuenta de que las opiniones de los demás te influyen “demasiado”, lo mejor es invertir tiempo en ti. Para trabajar tu autoestima y valoración personal. De esta manera, no vas a impedir que los demás dejen de juzgar a tu alrededor. Pero, tendrás la fortaleza y energía para poner sus opiniones y creencias a la misma altura que las tuyas. Y, de esa forma, actuar en consecuencia.
Sin esta pieza en la base, te resultará más difícil relacionarte de una manera sana con los comentarios de los demás.
¿Y qué pasa si lo que te dicen los demás es verdad? ¿Qué pasa si realmente te has equivocado o podrías hacer algo de una manera diferente?
Si después de escuchar lo que te dicen los demás y cuestionarte su veracidad, das por válida su opinión. No pasa nada, reconócelo, escucha y tenlo en cuenta para mejorar.
Aunque, al principio, te duela un poco, es bueno reconocer que no eres perfecto. Acéptalo y agradécele a esa persona que te ayude a mejorar.
Mira dentro de ti con humildad y sabiendo que una de las mejores cosas que tienes, como ser humano, es tu capacidad de mejorar, de crecer y cambiar.
Elimina de tu vida la obsesión por la perfección y trabaja, cada día, tus puntos fuertes. Ponte como objetivo ser mejor. Ese es el motor que te lleva a perseguir tus sueños, ser perseverante y no rendirte ante una dificultad.
Con paciencia y voluntad de mejora podrás conseguir ser lo que te gustaría ser.
Ya sabes que la autoestima no está ligada a una imagen de perfección. Por lo que podrás reconocer tus propios errores y mostrar una actitud creativa y abierta a nuevas ideas y nuevas experiencias. Así como flexibilidad para responder a nuevos desafíos de manera lúdica y creativa.
Te garantizo que es uno de los mejores aspectos de ti (como persona) en los que puedes invertir esfuerzos y dedicación. El resultado será de lo más satisfactorio y, por supuesto, si crees que necesitas la compañía de un experto en ese proceso, no dudes en contactar conmigo. Puedo ayudarte a lograr tu mejor «yo». ¡Solo es cuestión de ponerte a ello!
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