La falsa felicidad en las redes sociales es un tema del que se ha hablado mucho en los últimos años. Como seguro imaginarás, las redes sociales se han convertido en una grandísima ventana al mundo. Una ventana en la que cada persona decide qué mostrar y qué ocultar.

Sin embargo, lo que vemos a través de ellas no siempre refleja la realidad completa de quienes hacen las publicaciones. Ya que, detrás de esas fotos perfectas, esos viajes de ensueño y esos momentos de increíble felicidad, se esconden emociones, inseguridades y realidades que no se enseñan, se ignoran e, incluso, se critican.

Y es que, aunque las redes sociales son herramientas muy poderosas cuando se usan con conciencia, es importante recordar que lo que vemos en ellas es solo una parte de la historia.

Antes de continuar, quiero hacer un breve inciso. Ya que, es posible que, muchos de vosotros al ver el título y la mención a las redes sociales, hayáis podido pensar que esta publicación está enfocada en los adolescentes. Y podría ser. De hecho, ellos son un público especialmente sensible a este tema. Sin embargo, la realidad es que ninguno de nosotros, adultos, en teoría totalmente funcionales y válidos, estamos libres de dejarnos arrastrar por el influjo de estas historias que vemos a través de aplicaciones como Instagram o TikTok.

Con total seguridad, los temas que nos atraen a los adultos serán distintos a los que interesan a los jóvenes. Pero, lo que sintamos al verlos puede ser bastante similar. Por lo tanto, antes de seguir, vamos a hacer un ejercicio de reflexión y sinceridad para darnos cuenta de que, el que esté libre de pecado, que tire la primera piedra.

Y ahora sí, vayamos directos a este interesante tema tan de actualidad en estos momentos

¿Qué se esconde detrás de la falsa felicidad que nos enseñan las redes?

#1 – Necesidad de reconocimiento y validación

Las redes sociales están preparadas para que, aquellos que las usamos, consigamos una satisfacción inmediata. Un “like”, comentarios positivos, una pregunta o cierto interés por algunas de las personas que nos ven, activan en nuestros cerebros los circuiros de recompensa. Lo que refuerza, de manera inmediata, la necesidad de seguir obteniendo esa aprobación o reconocimiento externo.

Esto, que a priori no tiene por qué ser negativo, puede llevar a experimentar una dependencia. Y, a la larga, derivar en ansiedad y en la construcción de una auto-imagen basada en la validación de los demás, más que en nuestro propio bienestar.

Por supuesto, a todos nos gusta que nos validen, que nos reconozcan y que nos digan lo buenos que somos. Eso, no está mal. El problema es que, en la vida real, en la que hay detrás de los “likes”, esa validación no siempre llega. Y no porque no hagamos las cosas bien. O porque, los que nos rodean, amigos, familiares, incluso compañeros o jefes, no les guste lo que hacemos. Sino porque, no estamos tan acostumbrados a dar ese reconocimiento o palmadita en la espalda a viva voz.

En el cara a cara, las palmaditas y aplausos suelen costar mas. Y eso puede llevar, a quienes han creado esa dependencia del reconocimiento externo, a pensar que no son los suficientemente buenos. O no lo están haciendo suficientemente bien. En consecuencia, su autoestima puede verse peligrosamente afectada.

#2 – Las verdaderas emociones

Este es otro de los aspectos que se esconden detrás de las redes sociales. Normalmente el que sale a contar algo no te relata lo inseguro, asustado, angustiado o ansioso que se encuentra en ese momento.

Lo que nosotros vemos suele estar relacionado con el éxito y la felicidad. Existe una presión social que lleva a mostrar solo lo positivo de la vida. Haciendo que se minimicen sentimientos como la tristeza, el miedo o la soledad, entre otros.

Desde luego, no me refiero solamente al hecho de que a la persona que publica parece que siempre le vaya todo bien. Si eres adulto ya te imaginas que no es así. Y, aunque en determinados momentos te pueda hacer sentir mal o llevarte a comparar tu vida con la de esas personas, en el fondo, sabes que no es todo tan bonito.

A eso se le añade la presión de tener que hacerlo bien «a la primera». Sin sentirte inseguro y como si lo llevases haciendo toda la vida. En especial, cuando es necesario manejar las redes porque resulta interesante para tu trabajo o negocio.

Error, y grande.

Personalmente, yo tengo un canal de Youtube. Y te puedo asegurar que, detrás de lo que ves, hay un gran trabajo, esfuerzo y dedicación. Las tomas falsas se acumulan en mi ordenador por la inseguridad que puede llegar a provocarme exponerme ante todos los que me vean.

Pero eso no sale en el video. Como tampoco son visibles los problemas que pueda haber detrás de todas esas mujeres y hombres que se dedican a mostrar lo bien que les van las cosas desde que hacen esto o aquello. Y conste que no pongo en duda lo que dicen. Sino el hecho de que evitar mostrar ciertas emociones puede llevar, a su audiencia, a tener dificultades para su gestión emocional. Incluso a no buscar un apoyo genuino y real cuando esas emociones más “incómodas” aparecen.

Porque, aunque sea paradójico. Las redes sociales nos conectan con miles de personas. Pero, eso no siempre se traduce en relaciones significativas.

Muchas personas pueden sentirse solas a pesar de su alta actividad o aceptación en redes. Ya que, la interacción digital no sustituye a las verdaderas conexiones que tenemos en la vida real. Y esto provoca que, cuando tienen un problema, no saben a quién recurrir. Porque, en el fondo, se sientan solas. O, porque, hayan creado una imagen distorsionada de ellos mismos que no se atrevan a desmentir o a la que no puedan renunciar.

Los filtros, las ediciones de belleza, ese supuesto éxito en todas las áreas puede hacerles sentir una gran insatisfacción y distorsión de su propia imagen.

Y este es un hecho que impacta negativamente sobre la autoestima. Favoreciendo la aparición de trastornos, especialmente en los más jóvenes.

Cómo podemos gestionar el impacto emocional de las redes sociales

En este aspecto, lo más importante es tener la conciencia de que lo que vemos a través de ellas no es la imagen completa de la realidad. Aprende a valorarte, a ti mismo más allá de la valoración externa. Enfócate en tus logros, en lo que realmente te hace feliz a ti y deja de valorar tus éxitos por comparación con los de los demás.

Y si eres de los que publican, por ocio o por trabajo, sé auténtico. No tengas miedo a mostrarte como eres y compartir, tanto tus logros como tus desafíos. Fomenta una visión más realista de la vida a través de las redes, te estarás ayudando a ti mismo y también a todos aquellos que puedan sentirse identificados contigo. Será tu manera de promover unas redes más genuinas.

A partir de aquí, te propongo seguir algunas pautas para no dejarte arrastrar por la falsa felicidad en las redes sociales.

Practica el consumo consciente

Antes de pasarte horas atontándote en las redes, reflexiona qué te lleva a usarlas sin control y cómo te sientes después de utilizarlas. Si detectas que te sirven para dejar de sentir, o evadirte de una realidad que no te gusta, es hora de recurrir a una estrategia de solución de problemas más funcional. Y si percibes que su uso te genera ansiedad o inseguridad es momento de poner límites y establecer tiempos específicos para su uso. 

Establece horarios sin pantallas

Sobre todo, evítalas antes de dormir o al despertar. También, puedes probar la regla del «día sin redes». Para desconectar y enfocarte en actividades fuera del mundo digital.

Fomenta relaciones reales

Es decir, prioriza los encuentros cara a cara con amigos y familiares. Aunque las redes facilitan la comunicación, las interacciones en persona fortalecen los vínculos emocionales y brindan un apoyo más genuino. ¡Haz la prueba y saldrás ganando!

Me despido, por hoy, recordándote que las redes sociales son buenas (o malas) en función del uso que hacemos de ellas. Y que si crees que se están convirtiendo en un problema, no dudes en contactar conmigo. Como psicóloga y coach, podré ayudarte con esa situación que no te gusta y deseas cambiar. ¡Aquí me tienes!

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