A lo largo de la vida, hay momentos en los que resulta absolutamente inevitable afrontar un cambio vital.

Sócrates dijo que “el secreto del cambio es enfocar toda tu energía, no en luchar contra lo viejo, sino en la construcción de lo nuevo”.

Y… ¡qué cierto es!

Cambiar puede resultar especialmente complicado. Ya sea a nivel personal, profesional u organizacional.

Los cambios no nos gustan. Ya que, nuestra primera percepción sobre ellos suele ser pensar en aquello que vamos a perder o dejar de disfrutar. Sobre todo, si ese cambio que debemos afrontar no ha sido elegido de forma voluntaria. O, aunque sea elegido, supone un choque muy importante en nuestra vida.

Por ejemplo, uno de esos momentos que más difícil nos resulta asumir es el de la jubilación. Porque qué duda cabe que afrontar la jubilación puede resultarnos bastante difícil. Puesto que se trata de un gran cambio en nuestro día a día. Ten en cuenta que pasamos más de 40 años de nuestra vida definiéndonos por aquello a lo que nos dedicamos. Y, de pronto, tenemos que dejarlo atrás poniendo un punto y aparte.

Este paso tan importante puede hacer aflorar muchas emociones diferentes. Y, todas ellas, ya sean cómodas o incómodas, deben ser atendidas y tenidas en cuenta (en este enlace puedes consultar cómo realizar una buena gestión de las emociones).

La negación del cambio frente a la aceptación

Recuerdo una conversación con un adolescente que se negaba a aceptar los cambios que estaba sintiendo, tanto físicamente como sobre sus gustos y preferencias. Me decía que los rechazaba porque eso significaba que iba a perder toda su identidad. Es decir, aquello con lo que se había identificado durante años, por lo que le gustaba definirse y por lo que le definían sus padres y amigos.

Hablamos mucho sobre ello. Hasta que, al final, entendió que al aceptar el cambio no estaba desterrando a la persona que fue. Sino que tenía la oportunidad de acoger a la persona en la que se estaba convirtiendo y sumar sus nuevos gustos, inquietudes y preferencias a la descripción que hacía sobre sí mismo.

Este ejemplo es perfectamente válido, con independencia de la edad, la situación o el momento vital en el que nos encontremos. Porque, si hay una clave para la gestión del cambio, esa es la aceptación del mismo.

Aceptar no quiere decir que nos tenga que gustar lo que pasa, que tengamos que estar de acuerdo o que hayamos buscado ese cambio que se ha producido. ¡Ni mucho menos! Al contrario, aceptar significa ver la realidad tal y como es y dejar que, ante ella, afloren las emociones que esta realidad nos provoque.

Además, aceptar supone manejar las emociones. En vez de luchar porque las cosas no ocurran o sean como lo eran antes. Ante los cambios vitales, como ante muchas otras cosas, la negación y la evitación no han dado buenos resultados. Porque, no querer ver un hecho no evita que ese hecho ocurra. Solo te deja en una posición pasiva ante él, provocando un mayor sufrimiento.

El objetivo es construir una nueva realidad teniendo en cuenta los recursos o circunstancias que nos rodean.

Cómo afrontar un cambio vital muy concreto: la jubilación

1.- Observa todas las ideas o expectativas que tengas sobre este momento

Es posible que cuando te fijes en ellas veas que no todas son ciertas. Y que, en caso de mantenerlas, casi con toda seguridad, te llevarán a la decepción. Las expectativas, por norma general, no suelen cumplirse y lo único que hacen es decepcionarnos. Intenta observar las cosas que, sí tienes a tu alrededor y que sí puedes hacer. Y marca tus objetivos en base a realidades, no a expectativas. Por ejemplo, si tu expectativa sobre la jubilación es que vas a estar constantemente viajando, pero la realidad es que físicamente te encuentras muy candada, entonces, es mejor que te pongas objetivos que realmente puedas realizar. Por lo menos, mientras tu salud mejora. Puede que no puedas viajar ahora. Pero, seguro, que puedes aprovechar para ir a otros lugares cercanos que no conocías y que son igualmente bonitos.

2.- Presta atención a tus emociones

Es imprescindible para que puedas llegar a adaptarte a esta nueva etapa. La adaptación a la jubilación puede ser complicada, desde el punto de vista emocional. Por eso, es importante que tengas en cuenta lo que sientes para ir manejándolo. Y si, llegado el momento, es necesario, no dudes en pedir ayuda profesional para afrontar este cambio.

Puede ayudarte llevar un diario emocional. Te propongo que escribas lo que sientes y que lo expreses. Porque el hecho de que no lo verbalices, para no preocupar a los demás, no hará que no lo sientas. No olvides que las emociones encerradas en nuestro interior nos hacen enfermar.

Además, recuerda que las técnicas de relajación y el ejercicio físico son también grandes aliadas de la gestión emocional.

3.- Busca un nuevo “para qué”

Lo peor de la jubilación es afrontarla sin un nuevo propósito. Durante años, nos preparan para tener un propósito laboral, un «para qué levantarnos cada mañana» y afrontar la vida. El mayor problema es perder ese para qué y no saber cuál es el objetivo de levantarte. Puede que ya no sea ir a trabajar, pero sigues siendo una persona viva. Por lo tanto, ha llegado el momento de encontrar, crear y desarrollar ese nuevo propósito de vida.

Hay una frase que me gusta mucho y que aporta una interesante reflexión: “aquel que tiene un por qué para vivir, se puede enfrentar a todos los cómo”.

4.- Descubre las oportunidades que te ofrece este momento de la vida

Estoy convencida de que, ante la jubilación, puedes estar encontrando un montón de limitaciones. Pero también, si somos justos, hay en ella muchas oportunidades. Empieza a buscar y a apuntar todas las oportunidades, por pequeñas que sean, que te da esta nueva etapa. Aunque te parezcan irrelevantes, apóyate en ellas para ir encontrando otras más grandes y sugerentes. ¡Haz la prueba y ya me contarás!

5.- Por último, pon freno al aislamiento

Que no estés trabajando no tiene que ser sinónimo de aislamiento. ¡Todo lo contrario! Es muy importante, para afrontar la jubilación y para cualquier etapa de cambio a la que nos enfrentemos, que lo hagamos rodeados de una buena red de relaciones sociales y familiares de apoyo.

Esfuérzate por mantener el contacto con los amigos y emprende actividades que te ayuden a entablar nuevas amistades. Y digo esfuérzate porque, sobre todo en el caso de las personas que afronten este cambio de manera negativa, la tendencia será hacia el aislamiento y la dejadez. Sin embargo, que eso sea lo que mas te apetezca no quiere decir que sea lo que mas te conviene.

Y, como siempre te digo, si ves que tienes dudas o los momentos de cambio en tu vida suponen algún problema o dificultad, solo tienes que contactar conmigo. Puedo ayudarte a vivir este momento de forma positiva, aprendiendo a afrontar los cambios de tu vida como una interesante oportunidad por descubrir.

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