En momentos difíciles y de incertidumbre somos muchos los que desearíamos tener la «fórmula mágica» para manejar el miedo y alejarlo de nosotros.

Pero, el miedo es una emoción inherente al ser humano y, afortunadamente, no existe nadie que no lo tenga. Y digo afortunadamente (sí, no te sorprendas) porque, gracias a esta emoción, el ser humano ha conseguido sobrevivir durante miles de años.

Sin embargo, cuando nos referimos al miedo, solemos hacerlo con mucha incomodidad. Como algo negativo y extremadamente limitante para nosotros y nuestra vida.

¿Por qué ocurre esto?

 

Manejar el miedo: amenaza versus bloqueo

El miedo auténtico, el sano y adaptativo, aparece ante situaciones en las que nos sentimos  amenazados. Situaciones en las que existe un riesgo real. Y, gracias a él, nos ponemos a salvo. Decimos entonces que el miedo aumenta nuestra seguridad facilitando que esa amenaza retroceda o desaparezca. Un ejemplo muy claro, de cómo hemos aprendido a manejar el miedo, es que, debido a él, nos paramos y miramos antes de cruzar una carretera.

Esta es la función más básica y conectada del miedo. Es decir, identifico un peligro o amenaza. A continuación, siento miedo. Y mi cerebro se pone en marcha. Y, como consecuencia, me protejo o me pongo a salvo. Por lo que… ¡problema resuelto, gracias al miedo! Como ves, aquí el miedo se ha convertido en nuestro aliado.

Todo lo que invada tu espacio, tu seguridad y tu tiempo es una amenaza. Y, por lo tanto, requiere de límites para frenar esa amenaza y evitar que se convierta en una pérdida.

Sin embargo, la realidad no siempre es esta.  Cuando sentimos miedo ante situaciones que realmente no son una amenaza, el miedo nos bloquea, nos angustia y nos instala en la inseguridad. Esto ocurre, por ejemplo, hablar en público, expresar nuestras opiniones y deseos, o al cambiar o perder a alguna persona.

Siempre que nos sintamos bloqueados estamos sintiendo miedo ante una situación que realmente no es una amenaza

Pero, también existen momentos en los que, existiendo una amenaza real y siendo el miedo la emoción correcta, podemos experimentarlo en exceso. Cuando eso ocurre, es fácil también que nos bloqueemos. Haciéndonos anticipar pérdidas. O, en su defecto, provocando en nosotros comportamientos temerarios que indudablemente nos harán perder nuestra seguridad.

Entonces, parece claro que la clave está en hacer una correcta interpretación de la situación que estamos viviendo. Para detectar si realmente es o no una amenaza para nosotros.

 

Claves para aprender a manejar el miedo y evitar que se apodere de ti

Aunque no existe una única manera de afrontar esta emoción, sí disponemos de una serie de claves o detectores que nos lo pueden poner más fácil. Como profesional de la Psicología y el Coaching, en mi opinión, estos son los 5 imprescindibles:

1.- Nunca huyas de tus emociones

Por propia experiencia sabrás que, aunque intentes negar una emoción o huir de ella, el resultado es siempre negativo. Cuanto más intentes controlarla o negarla con más fuerza aparece. Te sugiero mirar de frente la situación y aceptar la emoción. Que no lo quieras ver no va a hacer que la situación se resuelva. ¡Acéptala! Mira la situación de frente y busca los recursos, internos y externos que te ayuden a resolverla eficazmente.

2.- Cree en ti y en tu poder personal

Existe una cierta relación entre el miedo falso y la autoestima. Porque ésta va a influir en la forma en la que nos enfrentemos a las situaciones. Y, también, en la interpretación que hagamos de dicha situación. De hecho, miedos como el temor al rechazo, a hablar en público, a no ser suficiente, a fallar… ocurren por una sensación de falta de capacidad  más que una amenaza real.

Si este es tu caso, te invito a trabajar tu autoestima. Aprende a separar lo que haces de lo que eres. Y cultiva tu poder personal. Vales por lo que eres y eres una persona perfecta… con tus virtudes y defectos.

 

3.- Hazte preguntas

El cerebro es un órgano ejecutor. Es como un ordenador que está programado para responder a las preguntas que nos hacemos. Es cierto que, no lo hace en el momento que queremos, pero siempre responde.

Por lo cual, una de las mejores herramientas que podemos usar para desenmascarar el miedo es preguntarnos ¿dónde está la amenaza? ¿Qué es lo peor que me puede pasar? ¿Qué precio estoy pagando por sentirme o comportarme de una determinada manera? ¿Quién sería yo sin ese miedo?

Si la situación supone una amenaza real para ti o los tuyos, serás capaz de detectarlo en la primera pregunta. Y, así, podrás poner en marcha estrategias y acciones que te pongan a salvo. ¡Haz la prueba y cuéntame tu experiencia!

 

4.- Pasa a la acción

La mejor forma de afrontar el miedo es pasando a la acción. ¡Sí! Atrévete a hacer eso que te asusta y enfréntate a ello. No se trata de hacerlo de golpe. Tan solo, pregúntate qué cosa, por pequeña que sea, te puede sacar de donde estás y acercarte a dónde quieres estar.

Este paso genera mucha ansiedad. Porque, sin lugar a dudas, es el más complicado. Hay veces que tenemos miedos sumamente instaurados en nosotros o en un nivel inconsciente. Tanto que, aunque de forma consciente sepamos lo que tenemos que hacer, nos resulta muy complicado.

La relajación a través de la respiración y la relajación progresiva pueden ser herramientas muy útiles cuando los niveles de ansiedad son elevados. Además, nos ayudarán a detectar qué recursos necesitamos para poder hacer frente a esa situación.

 

5.- Aquí y ahora

Ten en cuenta que en el pasado se encuentra la culpa y en el futuro los miedos. Por eso, mantén tu mente en el presente y ocúpate de las situaciones según se vayan presentando. Recurre a tu experiencia para darte cuenta de que, normalmente, lo que te imaginas que va a pasar es mucho peor que lo que realmente pasa.

El Mindfulness es  una poderosa herramienta para aprender a mantener nuestra mente en el ahora. ¿Lo comprobarías en primera persona? ¡Desde aquí te animo a probar cómo puede mejorar tu vida!

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