La responsabilidad es un elemento clave, tanto en nuestra vida personal como en la profesional. Saber distinguir entre lo que realmente nos corresponde, y lo que no, es de vital importancia si queremos sentirnos en equilibrio. Y también para evitar la sobrecarga que puede suponer hacernos cargo de cosas, acciones, personas o comportamientos que no es nuestra responsabilidad. Además, saber identificar lo que está dentro de nuestras competencias y lo que no, nos ayuda a construir relaciones más saludables.
El problema surge porque este límite no siempre es fácil de identificar. En ocasiones, nos genera confusión y nos hace asumir más de lo que nos corresponde.
Hoy quiero compartir las claves para entender, y delimitar, lo que llamaremos “tus asuntos”. Y puedas diferenciarlos claramente de lo que serían “los asuntos de los demás”.
La responsabilidad. Dónde termina la mía y empieza la de los demás
En primer lugar, vamos a diferenciar lo propio, es decir, “mis asuntos”. De lo ajeno, “sus asuntos”.
Mis asuntos, es decir, aquello de lo que si soy responsable son: mis pensamientos, mis palabras, mis acciones y sus consecuencias, mis ideas, mi esfuerzo. Todo lo que digo que voy a hacer. Y todo lo que necesito para alcanzar mis objetivos y compromisos adquiridos, tomar decisiones informadas y ser coherente con mis valores y principios.
De todo esto yo soy el único responsable.
Por otro lado, están sus asuntos, que son: sus pensamientos, sus emociones, sus decisiones, lo que hace y las consecuencias de lo que hace, sus problemas, sus objetivos, valores, compromisos y esfuerzos.
De esto, tú no eres responsable. Y, aunque puedas ayudar, mediar o dirigir, la última palabra la tiene la otra persona.
Así, sobre el papel, parece fácil. Pero, la realidad es que no siempre sabemos reconocer cuándo algo no es parte de nuestras responsabilidades.
Por ejemplo, ¿alguna vez te has sorprendido asumiendo trabajo que no te corresponde solo por miedo a que tu equipo o departamento no estén a la altura, no existan fallos o simplemente porque ninguna otra persona se ha ofrecido a hacerlo?
O en un plano personal, ¿cuántas veces has intentado tomar decisiones que le corresponden a otros miembros de tu familia, ya sean tus hijos, pareja, padres o amigos, bajo el pretexto de querer ayudarles?
Muchas veces, supongo. Y es que, en general, existen diferentes razones, psicológicas y culturales, por las que, tendemos a asumir responsabilidades ajenas.
Motivos por los que asumimos responsabilidades que no son nuestras
#1 – Miedo al conflicto
Habitualmente, tenemos un cierto miedo y evitación del conflicto. Nos preocupa mucho que alguien se enfade con nosotros o que pueda surgir una discusión o malentendido. Por eso, tendemos a decir «sí», incluso, cuando deberíamos negarnos.
Y, en efecto, a corto plazo, evita esas tensiones. Sin embargo, este patrón de comportamiento, en apariencia, pacífico y sereno, puede llevar a una acumulación de estrés y resentimiento que nos haga perder nuestra capacidad de gestión. Tanto de nuestras emociones como de nuestros comportamientos.
#2 – Deseo de complacer y ser aceptados
Este es otro de los motivos por los que asumimos responsabilidades que no nos corresponden. La necesidad de agradar para ser aceptado y valorado por los demás nos lleva a asumir actividades o acciones que no nos corresponden solo para demostrar nuestro compromiso y afecto. Aunque, de nuevo, a la larga, sea a costa de nuestro bienestar.
#3 – Perfeccionismo
Creer que nadie lo hará tan bien como nosotros nos lleva a evitar delegar y dejar que otros asuman las tareas que les corresponden. De ese modo, no damos a los demás el tiempo que necesitan para aprender a desarrollar esas actividades correctamente. Con estos gestos, no solo nos cargamos de trabajo extra, sino que limitamos el crecimiento de aquellos que nos rodean.
#4 – Patrones culturales y sociales
Pero no solo los rasgos o patrones internos nos llevan a ese error en la asunción de responsabilidades. Existen ciertos patrones culturales y sociales que nos generan confusión. Ver el sacrificio como una virtud. O el hecho de que, en determinadas situaciones, las funciones o roles no estén lo suficientemente delimitados favorece que ciertas personas sientan la necesidad de asumir tareas por inercia. Incluso, porque nadie más lo hace.
Y una vez que hemos identificado que estamos asumiendo responsabilidades que no nos corresponden, ¿qué podemos hacer?
Claves para evitar asumir más responsabilidades de las que te corresponden
Lo mas importante es entender que el proceso de liberación pasa por una profunda reflexión tanto de nuestro interior como del exterior que nos rodea. Por supuesto, esa reflexión se tiene que plasmar después en una serie de acciones.
Para ello, crea una lista con todas las actividades y decisiones que realizas en los diferentes roles que desempeñas. Pongamos un ejemplo eligiendo en un contexto profesional. Y pregúntate:
¿Qué actividades o funciones son las que desarrollo en una jornada laboral?
Evalúa cuántas de ellas realmente forman parte de tu rol y son acciones de las que realmente eres responsable. Es posible que, al hacer ese análisis, encuentres algunas que no te correspondería a ti realizar.
En ese caso, la pregunta es obligada: ¿qué me lleva a asumir estas tareas? ¿Es el miedo al conflicto, la culpa, mi necesidad de control…?
Saber la motivación, ya te ayuda a poner en marcha acciones para deshacerte de ella. Y así encontrar una mejor solución que no necesariamente pase por sobrecargarte tú.
Y ahora sí, es hora de pasar a la acción y aprender a comunicar tus limites y decisiones. Decir «no» a aquello que no sea tuyo, y delegar en las personas que te rodean.
La clave para ser personas emocionalmente responsables no está en hacerlo todo. Sino en saber qué es lo que nos corresponde hacer y hacerlo de manera equilibrada.
Reconociendo y defendiendo nuestros derechos y los de los demás. Y entendiendo que no podemos dejarnos influir por las creencias, emociones y comportamientos de los demás. Debemos ser responsables de lo que decimos y de cómo lo hacemos. Pero, siempre, sin cargar con lo que los demás interpretan o entienden.
Te invito a reflexionar: ¿Estás asumiendo responsabilidades que no te corresponden? Si es así, pon en práctica estas pautas y observa cómo cambia tu vida. Y, si tienes dudas o deseas hacerme alguna consulta sobre este tema, no dudes en contactar conmigo. ¡Aquí me tienes para ayudarte!
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